domingo, 26 de febrero de 2012

EL DÍA DE MAÑANA



Esta es una novela  excelentemente construida por la eficaz pluma creadora de Ignacio Martínez Pisón, en la que se relata la amarga vida de Justo Gil, un personaje perdedor y perdido en la historia de España durante el periodo que va de los años 50 hasta los comienzos de la transición, en la mitad de la década de los 70.
La singularidad de la novela reside en la forma en que el autor  traslada la responsabilidad de la narración a un conjunto de voces, trece exactamente, que son a su vez los personajes testigos de la trayectoria del protagonista, de modo que cada uno de ellos aporta su particular punto de vista. El resultado es una visión compleja y completa de las razones y sinrazones de Justo Gil, que llega como inmigrante a la Barcelona de los años 50, con múltiples oportunidades  para construirse una vida, pero que se ve arrastrado por un destino fatal a representar siempre un papel -a fingir ser quien no es ni puede ser- para poder sobrevivir.
Justo Gil, un hombre menudo pero atractivo e ingenioso, al que conocemos como vendedor a domicilio de máquinas de escribir, y luego como empresario moroso y quebradizo, maestro del fingimiento y de la estafa; más tarde como infiltrado entre los niños bien de la burguesía, acompañante y espía de juergas y conspiraciones clandestinas contra el Régimen franquista. Finalmente, el engaño inicial a la que sería su amor platónico deriva en el oficio maldito en que más se miente: confidente de la policía secreta, trabajo forzoso que le conduce a su destrucción por aquellos a quien había servido, en su faceta más degradada, la montaraz derecha fascista surgida al inicio de la democracia.
Este artilugio narrativo nos permite  disfrutar de una novela coral que refleja magistralmente una sociedad cambiante, cuyas raíces sientan las claves de la sociedad española actual. Inmigrantes que devienen en satisfechos barberos, vendedores de humo, pequeños empresarios de tiendas de barrio, y futuros burgueses del negocio del ladrillo. Secretarias y estudiantes que disfrutan del ocio de los cines y cafés, y después, de los “bocaccios” de moda que tanto progre acogieron, testigos de redadas y detenciones. Abogados que quieren ser notarios y se conforman con las secretarías de los Ayuntamientos, huérfanos que se convierten en policías profesionales. Otros, deliciosamente surrealistas como los palindromistas, padres de Noel, amable y tierno testigo del fin de Justo. Hay en esta novela un universo total en el que la superstición alterna con la codicia, y la estupidez de la dramatización de los actos antifranquistas se muestra con una ironía tan sutil que apenas deja ver la intención crítica que el autor esconde tras las voces de  sus narradores vicarios. En fin, las miserias y grandezas (pocas) de una sociedad en plena efervescencia transformadora. La historia convertida vida ficcional pero profundamente anclada en la realidad.
A pesar de su complejidad narrativa, esta novela se lee bien y su discurso narrativo se desliza con agilidad a lo largo del relato, manteniendo una tensión narrativa anticlimática que confiere a la lectura la agradable y placentera serenidad de un texto elaborado con hilos argumentales muy bien orquestados. Nada sobra ni falta y todo está en su sitio, nada molesta ni chirría en esta biografía imaginaria contada por aquellos que conocieron  la injusta vida de Justo. El carácter sinfónico de la novela se acentúa al final cuando la muerte de Justo es cantada por un trío de personajes, en un crescendo de acelerado ritmo, que se interrumpe de forma abrupta en su tono más alto, tenso y sostenido. GB

No hay comentarios:

LO MÁS LEÍDO