En esta ocasión, ademas de compartir y contrastar opiniones sobre los personajes, la época y los lugares donde acontece la novela, nos fijaremos en su particular estructura y la clase de narrador ¿o narradores?
Como siempre, tenemos varias preguntas que nos suscita esta lectura:
- ¿somos como creemos que somos?
- ¿somos como nos ven los demás?
- ¿cómo se produce la evolución del protagonista?
- ¿ están los personajes bien integrados en su época?
Esta
novela es también un relato complejo
aunque de una forma diferente a la de Ignacio Martínez Pisón, El día de mañana. También este autor nos
pone delante una época de la Historia de España: la vida y vicisitudes de un
joven falangista que se alista en la División Azul, lucha en las postrimerías
de la Segunda Guerra Mundial en la
derrotada Alemania de la primavera de 1945, y regresa a España, donde
lleva una vida discreta hasta su muerte.
La
historia narra la evolución de un joven idealista:
el odio por la ejecución de su
padre a manos de milicianos rojos, su adolescente seducción por la
patriotería de los principios
joseantonianos, y su ilusionado
alistamiento para defender al mundo contra el peligro comunista. A
medida que transcurre el tiempo, el personaje de Jorge García Vadillo va
experimentando los cambios que determinan el paso de los deseos juveniles a la
decepción de la madurez. La incomprensión de las estrategias militares se
acrecienta con la dureza del horror de la guerra vivida y la violencia gratuita. Su repatriación, su visión de una España franquista llena de
acomodados y acomodaticios pensadores de antaño, ilustran la transformación de este
personaje y su sufrimiento desde el fanatismo
inicial al escepticismo de su vida
octogenaria.
El mensaje
que parece transmitir la novela se centra en la manipulación que los jóvenes sufren por aquellos vendedores de ideologías, que lanzan a las
turbas al desorden y al caos mientras contemplan la faena desde la barrera de sus despachos, bien cubiertas las
espaldas en mullidos sillones. Las ideas revolucionarias y las guerras que las defienden aparecen
finalmente como meras formas de negocio
bien instrumentado por los oportunistas que viven de sus beneficios.
En
principio la novela parece sencilla pero su lectura se complica por la
estructura que sustenta el argumento. Para empezar distinguimos varias voces narradoras: en primer
lugar, un narrador interno en
primera persona que pertenece a un aprendiz de escritor que solicita la ayuda
de su profesor para escribir una novela.
Esta voz relata el proceso creador de la escritura de la novela y
transcribe las conversaciones con su profesor, en las que ambos –que para mayor
confusión se llaman Lázaro- comentan la historia o hacen avanzar el argumento
mediante sus diálogos. Esta es la parte metaliteraria o metaficcional de la
novela. En otras ocasiones encontramos una voz
narradora externa, en tercera persona, que es la que relata de forma
vicaria la historia de Jorge, contada por éste mismo al futuro profesor cuando era un joven
estudiante universitario. Este relato central, la vida del divisionista Jorge
García Vadillo, se interrumpe
ocasionalmente mediante informes extraídos de libros o estudios
históricos, opiniones o comentarios
de índole filosófica, o relatos de viajes de los dos Lázaros a lugares que
supuestamente complementan o amplían la historia.
Así que
esta confusa relación de narradores se proyecta en una novela cuyo argumento
sucede también en tres tiempos:
- El tiempo de la escritura de la
novela: sucede en Madrid en 2010.
- El tiempo en que Jorge cuenta
su historia al futuro profesor. Sucede en La Dehesa de la Villa, en 1989.
- El tiempo de la historia de
Jorge G. Vadillo. Comienza en 1936 y acaba en la actualidad.
El
resultado es una novela densa y obscura,
con un ritmo narrativo lento y desequilibrado, en la que todo se mezcla y se
fusiona sin armonía. La excesiva
omnisciencia narrativa, la profusión de detalles de contenido libresco, las
conversaciones con militares que participaron o participan en guerras actuales,
todo ello confunde al lector sin que su esfuerzo se vea recompensado con un
discurso fluido y elegante. Quizá el libro pretende ser algo más que una
novela, es decir, un pretencioso conglomerado
de relatos e informes, trufado de conversaciones pertenecientes a diversos
estratos narrativos y temporales. Quizá sea eso, que seguramente lo es, pero lo
que sentimos es que esa mezcolanza no es lo que hace que este libro no sea uno
de los mejores de Lorenzo Silva, autor que hasta ahora se ha desenvuelto mejor
en los ámbitos de la novela negra, con el creíble y sarcástico sargento
Bevilaqua.
Y una pregunta que se me ocurre: ¿de
quién es la voz del prólogo que introduce el relato? Esa que dice:
Soy un hombre que habla a través de otro
hombre que habla a través de otro hombre que habla a través de otro hombre. O
casi.
Lo que sí
queda claro es lo mucho que se ha documentado el autor para escribir una novela
llena de reflexiones y alusiones a otros libros
de muy diversa índole. Ahí van por si os apetece leerlos y reescribir la
historia:
Retorno a Brideshead, de Evelyn Vaugh.
Los últimos cien días, de Jonh Toland.
Frankenstein de Mary Shelly.
Sobre la guerra y la
revolución en Getafe,
de Sánchez del Pozo.
Antología de textos de
José Antonio, de
Gonzalo Torrente Ballester (¡Vaya!)
El pacto con el diablo, de Sebastian Haffnner.
La agonía de Francia, de Manuel Chaves.
El arte de la guerra, de Suzi ( se menciona en La estrategia del agua, la anterior
novela de Lorenzo Silva).
División 250, de Tomás Salvador.
El club de lectura de
los oficiales novatos,
de Patrick Hennessey.
Despachos de guerra, de Michael Herr.
Sin destino, de Imre Kesrtesz.
Las benévolas, de Jonathan Litell.
Esta
última novela es dura pero muy buena. Si la leéis, quizá entendáis que Lorenzo
Silva ha intentado algo parecido, sustituyendo al burócrata nazi por el
falangista J.G.Vadillo. Pero no se acerca ni de lejos, aunque sí que nos hace
pensar sobre los desastres de la guerra y los señores que las crean y
mantienen.
Además se
mencionan videojuegos, películas,
fotografías y documentales de tema bélico, así como las palabras del
pensador W. Benjamín, del escritor alemán Günter Grass, de Dostoievski,
Nabocov, Shakespeare, Tolstoi, Galdós y Bioy Casares. Y también de Kafka y
Robert Graves.
Otro
capítulo son los viajes que
realizan Jorge GV y su amigo, el
legionario Laureano Grau en su camino de ida y vuelta a las guerras de su
tiempo:
Primer viaje de JGV miembro de la División Azul:
- Salida de Madrid, recorrido por
la miserable España de postguerra. Barcelona, Francia y Berlín. Contraste
entre la próspera Alemania y la pobre España.
- Llegada a Grodno, en la actual
Bielorusia. Vilna y Minsk. Smolensko, Vitebsk y Noorgorod, a 150 Kms de
Leningrado. Campaña de Krasi-Bor en 1943, entre el río Volsov y el lago
Ilmen, un terreno pantanoso y congelado.
- Evacuación a Riga y regreso a
Madrid en el verano de 1943.
Segundo viaje de Jorge y Laureano a finales de 1945:
- Salida de Barcelona, Portbou y
paso a Francia. París.
- Llegada a Stablack y a
Könisberg, en Prusia, donde hacen la instrucción.
- Atraviesan Hall en el Tirol y
llegan a los Cárpatos rumanos. Regreso a Viena y, por Hannover, a
Stargarden Polonia. De Postdam a Berlín. Desde allí, con la guerra
prácticamente perdida, deserción y regreso clandestino a Madrid.
A los viajes de los personajes hay que añadir
los de los narradores, que van a
Valladolid a entrevistarse con militares que han estado en la guerra de Irak; a Gerona para leer las palabras de W. Benjamin; a
París, pasando por Perpiñan, Dijon y Versalles. Incluso viajan a Alemania y
Berlín para visitar los lugares en que estuvo Jorge G. Vadillo.
Finalizamos:
esta no es una novela histórica, pero relata hechos con personajes
ficticios que vivieron en la Historia. El tema más
importante es quizá la pérdida de la
inocencia y la transformación del personaje, que se inicia en la campaña de
Krasni-Bor, con todo el horror de la guerra a las espaldas. Luego vendrá la decepción, pareja a la decadencia de
los regímenes totalitarios, para finalizar con el desaliento que desemboca inevitablemente en el escepticismo irónico de los desengañados.
Y aunque
seguramente no haga falta aclarar el
porqué del título, hay una descripción de una vieja fotografía encontrada
por el narrador, fechada en 1944, sobre la que comenta:
…en esa mirada adolescente, tan derecha hacia
la cámara, creo ver el alma de mi personaje. Pero cuando se la enseño a mi
profesor me asegura que no es él. Aún sin haberlo conocido de joven, está
seguro de que se trata de otra persona. Otro de aquellos niños feroces,
voluntarios para la catástrofe.
(página
281, Los
niños feroces, Lorenzo Silva. Destino, 2010)
G.Benito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario