Esta novela nos ha abierto los ojos sobre una forma de narrar y describir que hemos considerado magistral y que a veces pasamos por alto, entretenidos con otras lecturas más actuales pero menos intensas y profundas. Porque en Miau encontramos una parte de la Historia del final del siglo XIX ,vista a través de la mirada crítica de un autor que dirige sus ojos a la vida cotidiana, esa que parece no influir en los grandes acontecimientos históricos, pero sí padece sus consecuencias.
Nos encontramos ante una radiografía de la sociedad madrileña que muestra sus miserias a través de una familia de clase media, que vive la contradicción de tener que aparentar cierta posición social sin tener recursos para ello, pues el cabeza de familia ha perdido su trabajo de funcionario del Ministerio de Hacienda, al haber ocupado el poder los conservadores liderados por Cánovas del Castillo, alrededor de 1873.
El argumento gira alrededor de las vicisitudes y desventuras de la familia de Ramón de Villaamil -el cesante- y un conjunto de mujeres -esposa, hija, cuñada- que forman un conjunto casi esperpéntico en su afán por mantener las apariencias aunque sus medios procedan del sablazo o del préstamo. Les llaman LAS MIAU, por aquello de que todas tienen cara de gatito.
En la tertulia nos hicimos algunas preguntas:
¿Novela realista y/o naturalista?
Coincidimos en que tiene rasgos de ambos estilos. Realista, porque reproduce con fidelidad las circunstancias políticas, sociales, económicas y morales del siglo y de los personajes que lo habitan:
En lo político, la historia narrada se sitúa en la época de la Restauración de Alfonso II, con alusiones claras a la reina Mª Mercedes. Se mencionan los dos partidos que se turnan en el poder: conservadores, en el gobierno, y liberales, como D. Ramón. El tema de la alternancia política, la injusta cesantía de los funcionarios de uno y otro bando, la miseria y dolor que los políticos causan a los ciudadanos con sus actuaciones irresponsables, más dirigidas a la conservación del poder que al buen gobierno de la nación. Aquí hicimos un alto para considerar lo poco que han cambiado las cosas....
En lo social, el lector vive el día a día de los personajes: lo que comen, cómo y con qué se visten, cómo se divierten..., en fin, el sinvivir de la clase del "quiero y no puedo". También son reales las calles y plazas por las que andan o pasean, así como las tabernas, teatros, casas y oficinas.
En lo económico y moral, asistimos al espectáculo de una economía precaria en la que los pillos estafan al Estado y a sus congéneres, y así progresan los sinverguenzas sobre los honestos. O sea, como la vida misma... Hay un personaje, Victor, que representa la perversidad, la ignominia y el relajamiento moral del estafador y simpático sinvergüenza que prospera en la vida.
En lo cultural, sugerimos que a través del personaje de Victor, con su lenguaje cursi y amanerado, podría Galdós haber mostrado su crítica al romanticismo caduco. Lo mismo reflejaría la conducta histérica y alucinada de Abelarda (¡vaya nombrecito!) con su infantilismo de mujer débil y ñoña.
Y en cuanto a la religión, se denuncia lo peor de la misma: las creencias supesticiosas de Luisito le llevan a exageradas, ridículas e imposibles alucinaciones. Para Abelarda, es como el opio, una forma de evadirse de su mediocre vida y de sus problemas. Así que no hay ni un personaje que viva la religión de una forma que no sea malsana y enfermiza. Juzgue el lector.
En cuanto al naturalismo, proponemos una reflexión sobre las siguientes cuestiones:
- Predomina el retrato o la caricatura?
- Se muestra lo peor y más desagradable de la sociedad? (feísmo)
- Hay en el relato cierta exageración o hipérbole?
- Hay cierto esquematismo en la caracterización de los personajes?
- Su conducta y actos parece predeterminada, como si estuvieran atrapados y no tuvieran libertad para decidir su destino? (determinismo)
- Los personajes apenas evolucionan?
Respecto a la ùltima cuestión, proponemos una atrevida hipótesis:
"El único personaje que evoluciona y toma una decisión, trágica, es D. Ramón. Él va de la confusión y la obscuridad a la lucidez, a la luz de las evidencias que le llevan a comprender los hechos de su vida y actuar en consecuencia: desaparecer"
Sabemos que aceptar esto no es agradable. Pero ¿pretendía Galdós mostrar una realidad agradable al lector? ¿O lo que quería era mostrar lo peor de la existencia para así denunciar lo que no debe ser?
Otra cuestión que podemos valorar es el tratamiento de los personajes femeninos en la novela. Podríamos pensar que el autor traslada una visión de la mujer bastante negativa, en la que cada una de Las MIAU representara un defecto:
- Dª Pura, el autoritarismo y la hipocresía para mantener el statu quo
- Milagros, su ayudante y complemento.
- Abelarda y la difunta Luisa, la inmadurez y cursilería de las jóvenes.
Nos preguntamos: ¿Es Galdós misógeno?
Desde luego, Las MIAU son lo peor del sexo femenino. Con ellas denuncia la superficialidad y los males del despilfarro y del dispendio. Pero también están otras mujeres como las Curcubitas y las Cabreras como la tía Quinina.
Concluimos con algunas consideraciones generales sobre la novela, fruto de los comentarios de los miembros del club. Se trata de un relato con un argumento sencillo, con más descripción que narración pues pasan pocas cosas y se pretende sobre todo, caracterizar a los personajes y evidenciar sus conflictos, como metáfora de la España de fines del XIX. El tiempo de la historia no es muy largo ya que el relato dura apenas seis meses. En cuanto al discuso temporal, éste es lineal y los hechos suceden cronológicamente con alguna retrospección al mostrar el pasado de D.Ramón, la vida de Luisa, de Victor y de algún funcionario. Aunque la novela no tiene mucha acción, sí que presenta gran tensión narrativa ascendente y con el desenlace al final, donde se mantiene de forma sostenida. La tensión es interior y psicológica, en la que la angustia de los personajes aumenta sin encontrar solucción.
Así que coincidimos en que Miau es una novela de ideas en la que el narrador proyecta su punto de vista. Su voz es omnisciente, pues conoce los detalles más íntimos de los conflictos y carácter de los personajes, e implicado porque muestra una subjetividad extrema sobre los hechos que narra y los rasgos que describe, aunque lo haga en tercera persona. Valoramos mucho el monólogo interior del desdichado D. Ramón, a través del cual conocimos sus sentimientos, emociones y pensamientos más íntimos, con que concluye el relato.
Galdós, novelista moderno -como gustaba que le consideraran- capaz de desnudar al ser humano y mostrar el mundo en que vive. Maestro de novelistas y no por casualidad, ya que si cualquiera es aquello de lo que se alimenta, el escritor es hijo de lo que lee.
Leímos la descripción caricaturesca de Ramón de Villaamil que aparece en el capítulo 1, cuando aparece en la semipenumbra de su despacho. A continuación leímos la caricatura de el Dómine Cabra, también en el primer capítulo de El Buscón de Quevedo. Si no lo has hecho, hazlo pronto y comprobarás que nadie se hace escritor por casualidad. Nadie puede escribir sin haber leído mucho y bien. GB
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