Alba Editorial. 604 pp
Anne Brontë, la menor de las tres hermanas Brontë y, probablemente, la menos conocida de ellas, publicó esta novela bajo el pseudónimo de Acton Bell en 1848, en plena época victoriana. Su éxito fue casi instantáneo, si bien fue una obra polémica para la época por los temas que trata en ella. Tras la muerte de la autora, su hermana Charlotte impidió la reedición de la obra.
Si echamos la mirada a este período de la historia antes de sumergirnos en su forma y contenido, recordaremos que el reinado de la reina Victoria (1837-1901) fue un período largo y próspero que convirtió a Reino Unido en un país liberal, con triunfo de la revolución industrial, la consolidación de la libertad de prensa y la explosión del movimiento sufragista. Hacia finales de su reinado, aunque las mujeres carecían de derecho al voto, ganaron el derecho a la propiedad después del matrimonio, el derecho a divorciarse y el derecho a luchar por la custodia de sus hijos tras el divorcio.
Asimismo, la revolución industrial proporcionó trabajo y salario a muchas mujeres que contribuyeron, con ello, a la economía familiar. El derecho al voto llegó años más tarde, en 1918, con movimientos que se remontan a 1792 con la publicación de A Vindication of the Rights of Women escrito por la madre de Mary Shelly, Mary Wollstonecraft. Todo ello parece que fue el caldo de cultivo que propició la publicación de esta obra.
La inquilina de Wildfall Hall es una novela, con una narración no lineal, que podría tildarse de epistolar con dos narradores: Helen Graham y Gilbert Markham. Diría que Helen relata la realidad de los hechos, las cosas oscuras, las adicciones, la violencia de género, etc., mientras que Gilbert se centra en las habladurías del vecindario. Este, de forma epistolar, inicia la historia a través de las cartas que dirige a su cuñado. En ellas va narrando la llegada de Helen y lo que sucede alrededor; se trata del presente.
En mi opinión se trata de una obra de corte feminista en la que se abordan temas muy delicados para la época como el alcoholismo ─vicio de los hombres─, el maltrato doméstico, la institución del matrimonio y la indefensión de la esposa quien, tras la boda, su dote pasaba íntegramente a manos del marido y ella quedaba sin independencia o libertad alguna.
La autora trata todos esos temas sin maquillaje, de manera tan directa que llega a hacer que el lector sienta cierta impotencia ante los hechos narrados y que, quizás de alguna manera, vivió ella en primera persona.
Se aprecia un gran contraste entre los bellos prados, las tapias, los campos de manzanos junto con las demás descripciones y las «tormentas interiores» de algunos personajes. Como personajes principales, Helen es una mujer adelantada a su tiempo que parece vivir de sus propios ingresos como pintora; busca aislamiento en Wildfell Hall con su hijo y su criada huyendo del «demonio» de su marido; una mujer fuerte que toma las riendas de su vida. Gilbert es un joven hacendado que reside con su madre y hermana, relativamente cerca de Wildfell Hall; es quien lucha por defender la virtud de Helen.
En esta obra veo a Anne Brontë como la menos romántica de las tres hermanas; sin embargo, en ella muestra con total realismo la situación de la mujer de su época: una persona a la que no se le permite tener propiedades, cuyo deber es ser una buena madre, esposa y anfitriona y quien, ante una situación familiar insostenible, solo el esposo puede pedir el divorcio.
Considero que la búsqueda de la felicidad y la justicia por parte de Helen convierte a esta novela en un magnifico precedente de la llamada literatura feminista (1).
Mª Ángeles Andreu
(1) https://www.aboutespanol.com/que-es-la-literatura-feminista-1271755
