sábado, 9 de febrero de 2013

El Quijote, capítulos I-IX, narrador y autor

Autor y narrador



En un relato convencional, la distinción entre autor y narrador suele aparecer bien delimitada para el lector atento. El primero es el que imagina y firma la obra,  suele ser uno y fácilmente identificable, salvo si ha decidido permanecer en el anonimato. El segundo, en cambio, puede ser uno o varios, subjetivo u objetivo, interno o externo, omnisciente o equisciente, pues su responsabilidad es relatar las peripecias de los personajes y cómo cambian sus  vidas y los espacios donde transcurren, mientras el tiempo   pasa, hasta que el llega final  y el relato se acaba.

En el caso de El Quijote, nos encontramos con un narrador externo que conduce la narración en tercera persona, con algunas excepciones, que implican al autor del relato o modifican la distancia entre el narrador y lo narrado. Así, el  archiconocido comienzo de la novela, En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... supone  una brevísima incursión de una primera persona, que es abandonada en el acto para decidirse por la tercera, externa a la historia.  

Esa entrada y ese "no querer acordarse", además de resultar bastante irónico, acentúa el control del narrador  sobre la historia,  así como los juegos que se trae con  su autor y la autoría de la misma, hechos a los que hemos de estar atentos. Un ejemplo muy claro de lo que decimos está en el capítulo I, cuando da a entender que él no es el que ha creado el personaje (Quieren decir que [...] se deja de entender que...) del hidalgo Quesada o Quejana. Como si estas alusiones a otros autores, de momento indefinidos e inconcretos, libraran al narrador de la responsabilidad de un relato que ya desde el principio sorprende tanto por lo novedoso como por lo disparatado. Bien claro lo deja cuando dice:
"...se vino a llamar don Quijote, de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que sin duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir."
Otras veces busca el narrador la complicidad del lector,  situando a ambos en el interior del relato ( Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero ..., cáp. II), y otras, desde fuera (Autores hay que dicen [...] otros dicen que [...] o desde dentro (lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha...). Con este recurso, el narrador consigue también dotar a su relato de la necesaria y suficiente verosimilitud, tan recomendada por el propio Cervantes a lo largo de esta obra.

Se interrumpe el relato, el narrador reflexiona

Pero estas imprecisas alusiones a otros autores anteriores desaparecen cuando, al final del capítulo VIII, interrumpe el narrador el relato de la aventura con el  vizcaíno con el pretexto de no contar con los papeles de donde la había tomado:
"..deja pendiente el autor desta historia esta batalla, disculpándose que no halló más escrito destas hazañas de don Quijote [...]

Y si se lamenta el "segundo autor" de no poder seguir con su relato, también se extraña de que " los ingenios de la Mancha no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que deste famoso caballero tratasen...", de modo que declara su intención de hallarlos con el fin de acabar su relato. Este juego cervantino  con la autoría es  a su vez una forma de dar emoción a la historia,  suspendiéndola en un momento de gran tensión, como será  posteriormente propio de las novelas de aventuras, de las novelas por entregas, y en la actualidad, de las telenovelas. Otra muestra del talento cervantino.

Así que en el capítulo IX, el narrador expone al asombrado lector, sus reflexiones sobre la  seguridad de que algún sabio tomara a cargo sus nunca vistas hazañas(de don Quijote), cosa que nunca faltó a ninguno de los caballeros andantes. Y puesto que era costumbre que las aventuras de tales caballeros fueran recogidas por uno o dos sabios, concluye el relato con el feliz hallazgo de unos cartapacios y papeles viejos en el local de un sedero de Alcaná de Toledo. Tras lo cual, se nos aclara con el humor que caracteriza a esta obra, que reconoció que aquellos papeles trataban de don Quijote porque el muchacho que se los mostraba los abrió y, tras leerlos, comenzó a reír, pues en el margen decía: Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha.

Así conocemos, por boca de este narrador en primera persona, que mandó traducir los papeles del arábigo al castellano  de la Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo.

De gran interés son las descripciones de las ilustraciones sobre la batalla entre el vizcaíno y don Quijote, así como la mención de detalles sobre el nombre de  aquel (Don Sancho de Azpeitia) y sobre lo bien dibujados que estaban Rocinante (...tan largo y tendido, tan atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan hético y confirmado...) y Sancho Panza (...la barriga grande, el talle corto y las zancas largas, por eso se le debió de poner el nombre de Panza y de Zancas...)

Y mucho más interesante es la disertación, reflejo del pensamiento cervantino,  con que se cierra este paréntesis en el relato. Trata de la importancia de la verosimilitud como garantía de la calidad de cualquier historia que se precie. Y si reprocha al supuesto primer autor de las aventuras de don Quijote no haber alabado suficientemente al caballero, por ser arábigo ... y ser éstos mentirosos, elogia a los narradores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, seguidores siempre de la verdad, cuya madre es la historia.

En resumen, para concluir con este comentario sobre los juegos cervantinos entre narrador y autoría, llamamos la atención del lector sobre cómo Cervantes ha introducido una historia (la del  descubrimiento de los papeles del Cide Hamete) dentro de otra (las aventuras de don Quijote), estrategia narrativa que veremos muchas veces en esta obra singular y universal. Y que no se olvide la reflexión sobre las bondades de la verdad en los libros, parte de la teoría literaria que nos propone Cervantes mediante las voces de sus criaturas. GB






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