jueves, 21 de diciembre de 2023

Cuentos - Comentario

 



A PROPÓSITO DE RYŪNOSUKE AKUTAGAWA: UNA CURIOSIDAD

por Luisa Castillo


Estaba leyendo una crítica de Fortuna, del argentino Hernán Díaz, cuando me sorprendí al descubrir algo desconocido para mí y que tiene relación con nuestro club de lectura. Resulta que la novela Fortuna, que ha recibido el Pulitzer de ficción 2023, tiene cuatro partes, cada una con una voz narrativa diferente, que conforman un mosaico con cuatro versiones de la realidad vivida, lo que no significa que haya una única versión correcta. Esta técnica narrativa se denomina “efecto Rashomon”.

Busco información y encuentro que el nombre está inspirado en la película Rashomon de 1950, dirigida por Akira Kurosawa. En la tertulia comentamos que la película está ambientada en el Japón medieval del siglo XII y está basada en el cuento homónimo de Ryunosuke Akutagawa y, fundamentalmente, en el titulado En la espesura del bosque o simplemente En el bosque. Esta película asombró a la crítica del momento por su original técnica narrativa: la historia se presenta a través de diferentes relatos de varios personajes implicados en los hechos. Cada relato es una historia dentro de una historia y todos son razonablemente veraces. Este es el llamado “efecto Rashomon”, que simboliza la relatividad de la verdad, cuando testimonios de un mismo acontecimiento pueden ofrecer relatos distintos, pero igualmente plausibles. 

Kurosawa tuvo gran influencia con esta manera de narrar. Después de Rashomon se filmaron muchas películas que utilizaron esa técnica. Por ejemplo: Cautivos del mal (Vincente Minnelli, 1952), Hero (Zhang Yimou, 2002) o Perdida (David Fincher, 2014).

¿Quién no ha debatido, a veces acaloradamente, las diferentes visiones o valoraciones de un acontecimiento importante en nuestras vidas o en nuestra sociedad? Pues resulta que también en las Ciencias Sociales, en el ámbito jurídico o en el de la Psicología se habla del “efecto Rashomon”. Creo que se podría debatir mucho al respecto de la subjetividad, pero eso lo dejamos para otra ocasión. 

martes, 5 de diciembre de 2023

Cuentos - Presentación

 


Ryūnosuke Akutagawa

y la era Taisho


Por Antonio Rey


Como es conocido, Japón tiene un sistema de eras o periodos que se utiliza para contar el tiempo. Las eras japonesas son una forma tradicional de dividirlo en unidades comúnmente entendidas en ese país. Son una característica importante de la historia japonesa y una demostración de su cultura. Por ejemplo, en Japón, el año 2023 es el “año 5 de la era Reiwa”. Generalmente, el cambio de era ocurre con la ascensión al trono de un nuevo emperador, como sucedió al inicio de la era Heisei (1989-2019) aunque ya hubo cambios por eventos históricos o desastres. 

Desde 1867, con el ascenso al trono del emperador Meiji, fue adoptado definitivamente el sistema que cambió la era solamente con el cambio de reinado. De esta forma, la nueva forma de era, llamada Meiji, de la que hablamos en la lectura pasada, se inició en 1868. 

La denominación de las eras con nombres únicos que las identifica había sido iniciada por el emperador Kōtoku (645-654), trigésimo sexto emperador de Japón, según el orden de sucesión. La tradición no fue mantenida hasta la llegada al trono del emperador Mommu y es la vigente hasta nuestros días.


    Eras japonesas

  1. Asuka (645-710)
  2. Nara (710-794)
  3. Heian (794-1185)
  4. Kamakura (1185-1333)
  5. Muromachi (1336-1573)
  6. Azuchi-Momoyama (1573-1603)
  7. Edo (1603-1868)
  8. Meiji (1868-1912)
  9. Taishō (1912-1926)
  10. Shōwa (1926-1989)
  11. Heisei (1989-2019)
  12. Reiwa (2019-presente)


La elección del nombre de la era es un proceso que involucra a expertos en literatura clásica en chino y al gobierno japonés. El proceso comienza con la creación de una lista de posibles nombres de era, que se elabora a partir de una variedad de fuentes, como la literatura clásica, la poesía y los textos históricos. Luego, un grupo de expertos en literatura clásica en chino revisa la lista y selecciona los nombres que consideran más apropiados. Estos nombres se presentan al gabinete japonés, que elige el nombre de la era final. El nombre de la era debe cumplir con ciertos criterios; debe ser fácil de leer y escribir, no haber sido utilizado anteriormente como nombre de era o nombre póstumo, y tener un significado apropiado y positivo. 

Las eras japonesas no tienen una duración fija, sino que dependen de cuánto tiempo el emperador ostente el trono. Por lo tanto, la duración de una era puede variar significativamente. La era más larga hasta la fecha es la era Shōwa del emperador Hirohito, que duró un total de 64 años (desde 1926 hasta 1989).


Emperador Taisho

La era Taishō («era de la gran rectitud») fue un período de la historia de Japón que abarcó desde el 30 de julio de 1912 hasta el 25 de diciembre de 1926, durante el reinado del emperador Taishō. La salud del nuevo emperador era frágil, lo que provocó un cambio en el poder político del país, del viejo grupo oligárquico hacia la Dieta de Japón y los partidos democráticos. Debido a ello, se desarrollaron movimientos liberales debido a los conflictos laborales y la desigualdad social, lo que dio pie a la formación sindicatos tanto de obreros como campesinos, de barrios marginales, y la creación de fuerzas antidisturbios para frenar las actividades de estos movimientos. Por consiguiente, la era es considerada como un período de movimiento liberal conocido comúnmente en Japón como «democracia Taishō», usualmente diferenciada de la un tanto caótica era Meiji que la precedió y del consiguiente militarismo de la era Shōwa. 

Durante esta época, la literatura japonesa experimentó un cambio significativo, con la aparición de nuevas formas de escritura y creación de obras que reflejaban la sociedad y la cultura de la época. 

A continuación vemos algunas de las obras más destacadas de este periodo:


Junichirō Tanizaki (1886-1965)

    • La madre del capitán Shigemoto (1919)
    • El tatuaje (1910)
    • El cortador de cañas (1932)
    • La llave (1956)


Ryūnosuke Akutagawa (1892-1927)

    • Rashōmon (1915)
    • En el bosque (1922)
    • Hana (1923)
    • El pabellón de oro (1956)


Yasunari Kawabata (1889-1972)

    • La bailarina de Izu (1926)
    • La casa de las bellas durmientes (1961)
    • País de nieve (1937)
    • Lo bello y lo triste (1964)


El movimiento liberal de la era Taishō tuvo un impacto significativo en la literatura japonesa. La creciente influencia de la democracia y la libertad de expresión permitió a los escritores experimentar con nuevas formas de escritura y explorar temas que antes se consideraban tabúes. 

Los escritores de la época Taishō se centraron en la exploración de la psicología humana, la sexualidad y la vida cotidiana, y crearon obras que reflejaban la sociedad y la cultura de la época.

Por ejemplo, Jun’ichirō Tanizaki, escribió obras que exploraban temas como la sexualidad, la obsesión y la perversión. En su obra El tatuaje, Tanizaki explora la relación entre un hombre y una mujer que se involucran en una relación sadomasoquista. Yasunari Kawabata, escribió obras que exploraban temas como la soledad, la tristeza y la belleza y Ryūnosuke Akutagawa, otro escritor destacado de la época, escribió obras que exploraban temas como la locura, la muerte y la moralidad. En su obra Rashōmon, Akutagawa utilizó técnicas narrativas innovadoras para explorar la subjetividad de la verdad y la naturaleza humana.


Akutagawa nació en el seno de una familia burguesa, que se interesó por la literatura japonesa tradicional y la literatura occidental, lo que se refleja en su obra. Estudiante muy brillante estudió en la prestigiosa Universidad Imperial de Tokio y comenzó a publicar con éxito sus primeros relatos: Rashomon» (1915) y La nariz (1916). A lo largo de su vida, Akutagawa trabajó como profesor de inglés en la Escuela Naval de Yokosuka y se dedicó en exclusiva a la literatura gracias a un contrato con el diario Osaka Mainichi. Es considerado como el “padre de los cuentos japoneses” y es conocido por sus obras maestras como Engranajes, Kappa y Vida de un idiota. Fue un hombre muy atormentado por la enfermedad mental de su madre y su miedo cerval a heredarla. Si bien su salud, ya de por sí delicada, empeoró notablemente tras un viaje a China como corresponsal en 1921, esto no le impidió seguir escribiendo. Sin embargo el 24 de julio de 1927, a los 35 años de edad, Akutagawa puso fin a la «vaga angustia confusa» que lo consumía ingiriendo una dosis letal de Veronal.

Además de estos tres grandes autores, otros destacados de la era Taishō fueron Osamu Dazai, que escribió obras como La decadencia de la familia Osamu (1949) y El callejón de los milagros (1947). Fumiko Hayashi autor de Una vida humilde (1937) y Diario de una mujer de la era Taishō (1966). También Masaoka Shiki escribió el El camino de la poesía (1895) y El diario de Shiki (1969) y Akiko Yosano, con obras como Tangled Hair (1901) y Midaregami (1901).


Kokoro - Comentarios

 

KOKORO

Presentación Power Point

por Gloria Benito



















Kokoro - Comentarios

 


Kokoro o la dualidad como artificio narrativo

por Gloria Benito


En Kokoro, Natsume Soseki decidió estructurar el relato a semejanza de las cajas chinas, pues encontramos una historia que contiene otra en su interior. Y esta fórmula dual se extiende como un paradigma (hoy la IA lo llamaría algoritmo) que determina el argumento y sus tramas. Pues dos son los protagonistas, y dos son las miradas, bien diferenciadas, que se proyectan sobre los hechos narrados. Doble es también la función que los dos personajes desempeñan en el relato: narrador y protagonista,

En este artículo voy a centrar mi atención sobre la singularidad de las dos voces narradoras y en el modo en que condicionan el significado del relato y su rica temática. La falta de nombre propio de los protagonistas confiere a la historia un carácter universal y generalizador, de modo que lo que sienten ellos se extiende a todos los hombres, es decir, muestra y explica la naturaleza humana. Llamaremos YO al joven y confuso discípulo y Sensei al veterano y enigmático maestro.

En la historia de YO encontramos un narrador interno que cuenta su historia desde dentro del relato. El talento del autor lo ha descrito como alguien inmaduro e indeciso que busca algo o alguien que le guíe en su camino para encontrar su lugar en el mundo. Su falta de control sobre los acontecimientos y conflictos que vive y experimenta, le confieren un carácter inquieto y temeroso. Su inmersión y cercanía con los hechos le convierten en un narrador muy subjetivo, pues se implica emocionalmente en lo narrado, expresando en todo momento sus sentimientos y opiniones. Continuamente manifiesta su obsesiva curiosidad por Sensei y su deseo de descubrir el origen de su extravagante y extraña conducta. 

Su comportamiento está condicionado por la dialéctica entre la intensidad de su búsqueda y el silencio de Sensei. Su falta de control sobre sus emociones se traduce en un continuo malestar, producto de esa necesidad de indagar y comprender. El resultado es un estado de continua insatisfacción e inseguridad   que le llevan a sentirse solo e incomprendido, tanto por su convencional familia como por el ambiente universitario y el contexto cultural en que se mueve. Personaje que se define por lo que no es, por su oposición frente al mundo ya sea rural o urbano, YO es el símbolo del joven que rechaza su pasado, pero no sabe gestionar su presente ni proyectar su futuro.

En resumen, YO es un narrador interno, subjetivo y equisciente, ya que se encuentra desorientado y confundido por no tener la información necesaria para desvelar el misterio que esconde Sensei intuyendo que, quizá, la resolución de ese enigma podría contener la clave de la historia.

Frente a la falta de perspectiva de YO, Sensei conduce su relato epistolar desde la distancia de la edad y la sabiduría que da el haber reflexionado en profundidad sobre la propia vida y sus errores.  Sensei no sólo conoce al detalle los sucesos de su vida y el valor moral de sus actos, sino que también los analiza e interpreta. Una muestra del talento narrativo de Soseki es la narración que Sensei hace de la historia de Kotra pequeña caja chinasubrayando los defectos de su rival. Al intentar menospreciar a su amigo, Sensei no se da cuenta de que en realidad se está desacreditando a sí mismo al mostrar involuntariamente sus propios defectos: cobardía, celos y envidia. Me quito el sombrero ante la profundidad psicológica y la exquisita sutileza de este excelente escritor.

Desde la madurez de su lúcida omnisciencia narra con ordenada naturalidad los dolorosos acontecimientos de su vida, explorando, además, las causas de sus desengaños y miedos, de su impotencia y misantropía. Su carta vuelca su autobiografía sentimental en un relato que es casi un tratado de psicología. Los ejemplos son los hechos y actos del protagonista-narrador, cuyos errores originaron una crisis sentimental tan profunda que desembocó en un remordimiento culpable y en la necesidad de un castigo redentor. La expiación será tanto el pago por el dolor ajeno como el final del propio. En la concepción budista de la cultura japonesa, el final es también comienzo y la muerte cierta hace posible la esperanza. 

En Kokoro, la dualidad genera el contraste ese recurso cervantino entre las dos caras de la realidad. Dos personajes: dos miradas. Dos tiempos: pasado y presente. Dos ámbitos: rural y urbano. Dos atributos humanos: sentimiento y razón. Y en esta última dualidad está la clave de la novela, en el conflicto entre razón y emoción, pues el error originario de Sensei al manipular a K fue “no dejarse llevar por el corazón y enredarse en razonamientos […] no pude hacerlo porque nuestra amistad tenía una base intelectual”.

 


Kokoro - Comentarios

 


K o la amistad

por Carmen Tolosa


La amistad, el amor, la traición, la culpa, los celos, el mundo anterior y el que está viniendo.


Soseki escribe esta novela a comienzos del siglo XX y la titula Kokoro cuyo significado sería corazón, alma, mente, sentimientos. Se publica en una época en plena transformación de Japón durante la revolución Meiji. 1868. Se produce el paso del campo a la ciudad, de la sociedad campesina a la industrial, del mundo interior a la apertura extranjera, de la sociedad feudal a la capitalista. Todo ello muy rápido, casi imposible de asimilar en una o dos generaciones. La maestría de Soseki se evidencia en la forma de mostrar la transformación de los valores tradicionales en un mundo cambiante e incierto. Un ejemplo es en la amistad de Sensei y K.

Sensei y K se conocen desde la infancia, estudian juntos y se quieren. K, de carácter muy retraído y seriamente interesado en el estudio de distintas religiones, representa al prototipo del joven de la antigua sociedad que se ve en dificultades económicas. Sensei lo ayuda y se lo lleva a vivir al lado de su habitación. 

K representa el pasado, mientras que Sensei se siente hijo del momento (“hubiera deseado hacer un agujero en alguna parte de la cabeza de mi amigo y meter allí una bocanada de aire tierno”). Por ello lo acerca a su vida (“tenía que ayudar a K a ser más humano…el primer paso consistía en sentarle al lado de una mujer”), hasta que el cruce de sus sentimientos confunde y trastoca a Sensei. K se avergüenza de su debilidad por amar a una joven, pero, con la confianza de la amistad, confiesa su amor a Sensei. Sensei está intentando hacer lo mismo, pero no se atreve (no pude hacerlo…nuestra amistad tenía una base intelectual”)

Aquí asistimos a las contradicciones que existen entre ambos personajes. Cuando K abre su corazón, rompiendo con las costumbres encorsetadas de la época anterior, muestra que el que está atenazado por las costumbres es Sensei. “… Abrirle mi pecho…guardar silencio era lo normal entoncescuenta Sensei mientras se cierra, se carga de celos y odio: “me quedé convertido no sé si en un bloque de temor o de sufrimiento, pero ciertamente en un bloque de algo”. No es capaz de solucionarlo y camina hacia la traición.

Soseki sigue jugando con el antes y el ahora. Es en esa inestable frontera, tan difícil de definir, donde arroja a sus personajes llenándoles de angustia y confusión.

Soseki va conduciendo a sus personajes, a través de un torbellino de emociones, hacia el desastre, hacia un lugar donde los personajes no encuentran salida. Sus vidas no encajan en un mundo que está formándose, acelerado y cambiante. Un mundo donde, entre lo antiguo, se infiltra y discurre lo moderno, lo extranjero. 

Kokoro - Comentarios

 


Kokoro de Natsume Söseki 


por Teresa Gómez y Carlos Furió



Esta reseña se inicia con una breve presentación de la época en la que el japonés Natsume Soseki escribió la novela Kokoro. Hay que tener en cuenta que fue escrita a principios del siglo XX (1914) y que, tras la revolución Meiji en 1867, se inició en Japón la transformación de una sociedad tradicional basada económicamente en la agricultura en otra más moderna basada en la industria y la tecnología. Por otra parte, conviene tener en cuenta que la palabra japonesa “kokoro” no solo puede traducirse por ‘corazón’, y que puede tener otros significados afines como ‘amor’, y otras acepciones más propias del idioma japonés de la época tradicional como, por ejemplo, ‘pensamiento’ o ‘comportamiento social’, que sabemos están más bien relacionadas con la mente.

 En primer lugar, respecto al género narrativo de la obra, se podría señalar que es una novela donde se presenta la historia de una amistad entre un joven narrador anónimo y una enigmática persona más mayor llamado Sensei. Historia que se desarrolla en Tokio y sus alrededores en la época anteriomente citada. Por otra parte, respecto al contenido de la trama argumental de la novela podemos señalar que hay dos mitades bien diferentes. 


En la primera mitad de la novela, Sensei tiene un comportamiento lacónico y reservado en las respuestas que da a las preguntas del joven narrador. Así, a modo de ejemplo, cuando el narrador le pregunta a Sensei por qué tiene la costumbre de visitar mensualmente la tumba de un antiguo compañero de estudios en el cementerio local que ni siquiera nombra, Sensei no responde. Es en la segunda parte de la novela cuando lo hace. 


En esta segunda mitad de la novela Sensei envía al joven narrador una extensa carta donde le explica que su comportamiento era debido a su mala experiencia vital.  Y es precisamente Sensei el que se convierte en el narrador interno de sus propios problemas entre los cuales está el abuso de sus tíos al ocupar su casa a la muerte de sus padres y aprovecharse de su herencia lo que le provoca una falta de confianza en sus relaciones sociales. Y, sobre todo, se siente culpable por el trágico suicidio de su amigo y compañero de estudios, K, al que manipuló para anularlo como rival respecto al amor por la misma mujer. Finalmente, Sensei como personaje principal de la novela no solo se sincera con el joven narrador justificando su carácter enigmático y solitario, sino que profundamente angustiado por el suicidio de K, perpetra su propio suicidio entendido como redención y posible renacimiento.


Kokoro - Comentarios

 


KOKORO, de Natsume Soseki

Por Amparo Campos



Es una lectura sobre el amor y la vida. 


Algunas frases rotundas de la novela:


"Muchas personas buenas se convierten en malas en un momento determinado; la razón, el dinero"

"Enamorarse es un delito".

"Sacrificar todo por seguir el camino verdadero".

"Antes, los hijos dábamos de comer a nuestros padres. Ahora, en cambio, los padres somos comidos por los hijos".

"Ni siquiera confío en mí mismo, por eso no puedo confiar en los demás".

"No es que no confíe en ti, es que no confío en la humanidad en su conjunto".

"Ya soy mayor, así que puedo tolerar la soledad más fácilmente, aunque en tu caso es diferente. Eres joven y tengo la impresión de que sientes la urgencia de actuar y de hacer cosas (...) no tengo la fuerza suficiente para agarrar tu soledad y expulsarla de ti".



La historia, contada en primera persona, se desarrolla en tres partes. La primera, que enlaza con la tercera, es la más interesante, pues cuenta cómo se forma la relación de los dos personajes, YO y Sensei, el discípulo y el maestro. 


Sensei, el protagonista es un intelectual mayor y melancólico que no encaja en el Japón moderno.  Misterioso, enigmático y atormentado por los secretos de su juventud, conduce al lector y al joven discípulo que llamamos YO hacia una verdad moral revelada solo al final de la historia.


En la segunda, YO cuenta la relación con sus padres confrontando lo urbano y lo rural, lo moderno y lo tradicional.


En la tercera, el desenlace llega a través de una carta escrita por Sensei para YO, dónde por fin aquel se sincera, revela su gran secreto y las causas de su angustioso desasosiego.


La historia relata el valor de la amistad y del respeto; la culpa, la venganza, el remordimiento, el individualismo; la desconfianza, la moral, la soledad, la discreción, las relaciones humanas y la lucha por entender los misterios del amor.


Soseki nos invita a reflexionar sobre la culpa y cómo ésta puede atormentarnos para siempre; el peso que los errores imprimen en nuestra vida; aquello de lo que debemos hacernos cargo y de lo que no, y el modo en que todo esto puede llegar a influir en nuestra existencia, desdichada o feliz. 


“Kokoro” es, en resumen, el corazón de las cosas y de las personas, observado desde la cultura japonesa y la condición humana.

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