Herman Melville, biografía sucinta.
Antonio M. Rey
Herman Melville (1819-1891) fue un novelista, cuentista y poeta estadounidense, considerado una de las figuras más influyentes de la literatura universal. Aunque su obra no obtuvo reconocimiento generalizado en vida, el tiempo le ha otorgado un lugar destacado en el canon literario, especialmente por su novela Moby-Dick.
Melville nació el 1 de agosto de 1819 en Nueva York, en el seno de una familia acomodada que posteriormente enfrentó dificultades económicas.
Debido a la muerte de su padre, comerciante de bienes franceses, en 1832, dejó a la familia en la ruina y Herman tuvo que abandonar los estudios, ya que era necesario que el dinero entrara por la puerta de su casa para poder sustentar a una familia compuesta por la madre y ocho hijos. Eso le llevó a trabajar desde joven en diversos oficios, incluyendo el magisterio y el sector bancario.
A pesar de tener que ponerse a trabajar, no dejó de lado su autoformación, de ahí que la cultura que fue adquiriendo le llevara también a ejercer durante un tiempo como maestro rural.
En 1839, Melville se embarcó como marinero en el barco mercante St. Lawrence, iniciando una vida de aventuras marítimas que marcaría profundamente su obra literaria. En 1841, se unió al ballenero Acshnet, pero desertó en las Islas Marquesas y se convirtió en presa de una tribu de caníbales, quienes, porque tenía un problema en una pierna, lo vendieron a un ballenero australiano, el Lucy Ann, que necesitaba marinos. Al llegar a Tahití , fue acusado de amotinamiento, junto con el resto de la tripulación. Estuvo encarcelado en una prisión de la isla y, al ser liberado, vagabundeó por el archipiélago de las islas de la Sociedad durante unos meses. De nuevo embarcado en un ballenero, el Charles and Henry, llegó a Lahaina, la antigua capital de Hawái, en la isla de Maui, donde vivió unos meses. Posteriormente embarcó en el buque estadounidense United States, en el que sirvió como marinero raso, desembarcando por fin en Boston en 1844. No tan conocida, pero considerado otro de sus notables trabajos de aventuras es Un edén canibal (1846), donde mezclaba sus propias vivencias personales con los caníbales y en los barcos que había estado enrolado, con detalles de ficción.
En 1844, Melville abandonó la navegación para dedicarse a la escritura. Sus primeras novelas, Typee (1846) y Omoo (1847), basadas en sus experiencias en el Pacífico Sur, obtuvieron un éxito comercial inmediato. Sin embargo, con Mardi (1849), una obra de mayor ambición y carácter filosófico, comenzó a experimentar una disminución en su popularidad.
En 1850, Herman Melville se mudó a una granja en Pittsfield, Massachusetts. Mantuvo una sólida amistad, favorecida por la vecindad, con el también escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne (1804-1864), conocido sobre todo por su obra La letra escarlata (1850), y que tuvo un impacto significativo en su obra.
Una de sus grandes decepciones literarias, que le llevó incluso a dejar de escribir, fue ver que su novela Moby Dick (1851), en la que había invertido dos años de esfuerzo y trabajo, no logró el éxito esperado en aquel momento. Así que dejó de lado su faceta de escritor para ganarse la vida trabajando en el sector de la administración de aduanas en Nueva York. Eso sí, poco después, continuó realizando varios libros, como el poema épico Clare: A Poem and Pilgrimage in the Holy Land (1876), que no le sirvió en absoluto para recuperar en vida el éxito del que había gozado.
Su última novela, que además está inacabada, fue Billy Budd (1892), que no se publicó hasta después de su muerte. Esta obra consolidó su reputación como uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo XIX, aunque fue a partir de la década de los años 50 del siglo XX cuando su obra y su figura volvieron a revalorizarse hasta convertirse en piezas claves de la literatura universal.
Herman Melville falleció en Nueva York el 28 de septiembre de 1891, prácticamente olvidado por el público y la crítica. Sin embargo, su obra fue redescubierta durante el “Renacimiento Melvilliano” de la década de 1920. Hoy en día, es reconocido como un autor fundamental cuya exploración del alma humana y los dilemas éticos sigue siendo relevante. Melville es recordado no solo por sus narrativas marítimas llenas de aventuras, sino también por su capacidad para abordar profundas cuestiones filosóficas y psicológicas que han ejercido una gran influencia en la literatura moderna.
Sus obras principales son:
- Typee (1846)
- Un edén canibal (1846)
- Omoo (1847)
- Mardi (1849)
- Redburn (1849)
- White-Jacket (1850)
- Moby-Dick (1851)
- Bartleby el escribiente (1853)
- Benito Cereno (1855)
- Billy Budd (1892)
Herman Melville (Biografía)
T A B L A
Periodo | Eventos Clave | Obras Clave | Recepción |
1819-1839 | Nacido en Nueva York, familia acomodada, dificultades económicas tras la muerte del padre | N/A | N/A |
1839-1841 | Se embarca como marinero, se une al ballenero Acushnet | N/A | N/A |
1841-1844 | Deserta en las Islas Marquesas, pasa tiempo en Tahití y Hawái, sirve en la Marina de los EE. UU. | N/A | N/A |
1844-1850 | Abandona la navegación, se convierte en escritor | Typee (1846), Omoo (1847), Mardi (1849) | Éxito comercial inicial con las primeras novelas, disminución de la popularidad con Mardi |
1850-1852 | Se muda a una granja en Pittsfield, Massachusetts, se hace amigo de Nathaniel Hawthorne | Moby-Dick (1851), Pierre o las ambigüedades (1852) | Fracaso comercial y crítico |
1852-1860 | Continúa escribiendo novelas y cuentos | Bartleby, el escribiente (1853), Benito Cereno (1855) | Falta de éxito económico y reconocimiento |
1860s | Abandona la prosa, se convierte en poeta | Battle-Pieces and Aspects of the War (1866) | Recepción limitada |
1866-1885 | Trabaja como inspector de aduanas en Nueva York | Billy Budd (publicado póstumamente en 1924) | N/A |
1891 | Muere en Nueva York, prácticamente olvidado | N/A | N/A |
Década de 1920 | Redescubrimiento de su obra (Renacimiento Melvilliano) | Todas las obras | Reconocido como un autor fundamental |
Actualidad | Considerado un autor influyente | Todas las obras | Influencia significativa en la literatura moderna |
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Luisa Castillo
Varios hechos reales pudieron inspirar a Herman Melville. Nieves Concostrina en el programa La Ventana de la Cadena SER (20-11-2019) contó que Herman Melville se inspiró en el naufragio del Essex, un ballenero que, poco después de que el novelista naciera, fue atacado por un cachalote blanco de unas 80 toneladas a 2.500 km de las costas peruanas, el 20 de noviembre de 1820. Sobrevivieron ocho de los veintiún marineros tras terribles penurias, narradas por uno de los supervivientes.
Melville también conoció el relato de Jeremiah Reynolds llamado Mocha Dick o La ballena blanca del Pacífico (1839), que contaba que, en las cercanías de la isla de Mocha (suroeste de Chile), un cachalote albino había salido vencedor de más de cien enfrentamientos con balleneros y parecía haber desarrollado una capacidad inverosímil para retar a los barcos y destruirlos. Mocha Dick se hizo famoso entre los marineros de Nantucket.
Melville quedó impactado por estas historias, se inventó un capitán obsesivo y de ahí salió Moby Dick.
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Gloria Benito
El contexto cultural
Su vida (1819-1891) discurrió entre NYork y Boston, una ciudad en plena ebullición cultural donde se confrontaban ideas y proyectos sobre diversas concepciones de un mundo y una sociedad emergentes y en formación. HMelville tuvo acceso a las lecturas de pensadores relevantes como Ralph.W. Emerson y Henry D.Thoreau, y fue testigo de polémicos debates sobre el reformismo social en lucha por una Norteamérica más justa e igualitaria donde la persona pudiera formarse como individuo socialmente comprometido y políticamente responsable.
Entre los años 1835 y 1855 hubo una auténtica explosión literaria. El pensamiento trascendentalista y su propuesta sobre la construcción del Yo, facilitaron la preeminencia del individuo ante las convenciones morales y políticas, de la persona y su proceso de búsqueda de una identidad propia. La influencia del naturalismo filosófico de Dewey aportaba cierto relativismo filosófico donde la duda y el escepticismo se imponían a una certeza más confortable y tranquilizadora. La teoría del conocimiento primaba la percepción individual como creadora de una realidad tan subjetiva como la ceguera obsesiva y enfermiza de Ahab en contraposición a la contundente y belicosa existencia del cachalote blanco, color que, por cierto, adquiere en Moby Dick un valor simbólico que va más allá del color de su piel.
El transcendentalismo de Emerson y su defensa de la intuición como forma de acceder a un conocimiento superior cuestionaba, tanto los ideales del positivismo ilustrado como las convenciones, el poder y jerarquía de las instituciones, lo que trajo no pocos problemas a estos grupos de vanguardia iconoclasta frente a los conservadores burgueses bostonianos. Por otro lado, las propuestas higienistas y vegetarianas de Silvester Grahan y Thoreau, junto con su propuesta de inmersión y respeto a la naturaleza, ubicaron a Melville entre las élites culturales y las personalidades más importantes y carismáticas de su tiempo (E.Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Louise May Alcott, Walt Whitman, Emily Dickinson…).
Su tiempo discurrió entre el mar y la literatura, con breves trabajos como profesor. Su cultura es inmensa con incursiones en casi todas las ciencias, humanísticas, naturales y técnicas o aplicadas, tal como se observa en sus libros, especialmente en Moby Dick.
Las interpretaciones de Moby Dick.
José Mª Valverde. Ed. Austral.
“Fue asunto del siglo XX acuñar la imagen del genio clásico y la obra monumental de cada nación con evidente intención política y patriótica”.
A los EEUU, les correspondieron Moby Dick y Herman Melville.
Andrew Delblanco. Ed. Penguin Clásicos.
“Un libro vocinglero y escrito en tono fanfarrón (¡Denme una pluma de cóndor! ¡Denme el cráter del Vesubio como tintero!), es también una obra de un refinamiento exquisito”.
Se centra más en la novela, para la que no ahorra calificativos, propios y ajenos: “libro furioso, monstruoso mamotreto, artefacto sin fin, novela que no comienza, regalo a la democracia”
La interpretación del significado del libro se plantea, desde un punto de vista sociopolítico, como un reflejo de los cambios que la joven nación estadounidense estaba experimentando. La “casta” dirigente estaba desapareciendo en el proceso de sustitución de una cultura esclava por una cultura industrial. Moby Dick se publicó en 1851 y la Guerra de Secesión estalló en 1865. El capitán Ahab, encerrado en su patológico universo emocional, representaría la oposición a los cambios que acabarían con ese individuo terco y hostil. Otra forma de transformación, tan flexible como mágica, es la del narrador Ismael, cuando su antiguo, malhumorado Yo se disuelve entre los dibujos del cubrecama, para emerger, jovial y sereno, merced a la influencia, serena y contundente, del salvaje Quiqueg.
El término novela como relato ficcional es relativamente moderno. Nos llegó desde el italiano “novella” con el significado de ‘novedad’, ‘noticia’, de manera que ’novelero’ era el criado de rufián, que traía noticias o chismes. Otras lenguas se basaron en el francés “roman” para denominar este género, como el portugués “romance”, el alemán “Roman”, el neerlandés “roman”, o el ruso роман (roman).
El vocablo se aplicó también a algunos relatos, pero siguió presentando un tufo de extranjero durante todo el Siglo de Oro. Solo en la narrativa del siglo XVIII el vocablo novela empieza a referirse francamente y sin matices a un género literario, tal y como se entiende en la actualidad. La edición del diccionario académico 1884 es donde aparece francamente designada como tal por primera vez. Las modas y tendencias literarias potenciaron, con más o menos extensión, el inserto de comentarios morales y disertaciones filosóficas, insertadas en la acción temporal del relato.
La novela como “cajón de sastre” donde los fragmentos expositivos y argumentativos interrumpían la narración propiamente dicha, existe desde los tiempos clásicos hasta el siglo XIX, cuando el Realismo y el Naturalismo consolidaron el género y el término. Paradójicamente, serán las vanguardias del siglo XX las que volverían a reivindicar un relato lejos del corsé del género donde cupiera de todo, tanto desde el punto de vista temático como formal. Hoy, la novela admite el ensayo, la información, el debate, y la intervención directa de un narrador que no se limita a contar, sino que expone, argumenta, apela y diserta libremente. Como cualquier creación la novela navega, de un extremo a otro, en aguas procelosas.