jueves, 10 de abril de 2025

Herman Melville - CONTEXTO


Herman Melville, biografía sucinta.


 Antonio M. Rey





Herman Melville (1819-1891) fue un novelista, cuentista y poeta estadounidense, considerado una de las figuras más influyentes de la literatura universal. Aunque su obra no obtuvo reconocimiento generalizado en vida, el tiempo le ha otorgado un lugar destacado en el canon literario, especialmente por su novela Moby-Dick.

Melville nació el 1 de agosto de 1819 en Nueva York, en el seno de una familia acomodada que posteriormente enfrentó dificultades económicas.

Debido a la muerte de su padre, comerciante de bienes franceses, en 1832, dejó a la familia en la ruina y Herman tuvo que abandonar los estudios, ya que era necesario que el dinero entrara por la puerta de su casa para poder sustentar a una familia compuesta por la madre y ocho hijos. Eso le llevó a trabajar desde joven en diversos oficios, incluyendo el magisterio y el sector bancario.

A pesar de tener que ponerse a trabajar, no dejó de lado su autoformación, de ahí que la cultura que fue adquiriendo le llevara también a ejercer durante un tiempo como maestro rural.

En 1839, Melville se embarcó como marinero en el barco mercante St. Lawrence, iniciando una vida de aventuras marítimas que marcaría profundamente su obra literaria. En 1841, se unió al ballenero Acshnet, pero desertó en las Islas Marquesas y se convirtió en presa de una tribu de caníbales, quienes, porque tenía un problema en una pierna, lo vendieron a un ballenero australiano, el Lucy Ann, que necesitaba marinos. Al llegar a Tahití , fue acusado de amotinamiento, junto con el resto de la tripulación. Estuvo encarcelado en una prisión de la isla y, al ser liberado, vagabundeó por el archipiélago de las islas de la Sociedad durante unos meses. De nuevo embarcado en un ballenero, el Charles and Henry, llegó a Lahaina, la antigua capital de Hawái, en la isla de Maui, donde vivió unos meses. Posteriormente embarcó en el buque estadounidense United States, en el que sirvió como marinero raso, desembarcando por fin en Boston en 1844. No tan conocida, pero considerado otro de sus notables trabajos de aventuras es Un edén canibal (1846), donde mezclaba sus propias vivencias personales con los caníbales y en los barcos que había estado enrolado, con detalles de ficción.

En 1844, Melville abandonó la navegación para dedicarse a la escritura. Sus primeras novelas, Typee (1846) y Omoo (1847), basadas en sus experiencias en el Pacífico Sur, obtuvieron un éxito comercial inmediato. Sin embargo, con Mardi (1849), una obra de mayor ambición y carácter filosófico, comenzó a experimentar una disminución en su popularidad.

En 1850, Herman Melville se mudó a una granja en Pittsfield, Massachusetts. Mantuvo una sólida amistad, favorecida por la vecindad, con el también escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne (1804-1864), conocido sobre todo por su obra La letra escarlata (1850), y que tuvo un impacto significativo en su obra.

Una de sus grandes decepciones literarias, que le llevó incluso a dejar de escribir, fue ver que su novela Moby Dick (1851), en la que había invertido dos años de esfuerzo y trabajo, no logró el éxito esperado en aquel momento. Así que dejó de lado su faceta de escritor para ganarse la vida trabajando en el sector de la administración de aduanas en Nueva York. Eso sí, poco después, continuó realizando varios libros, como el poema épico Clare: A Poem and Pilgrimage in the Holy Land (1876), que no le sirvió en absoluto para recuperar en vida el éxito del que había gozado.


Su última novela, que además está inacabada, fue Billy Budd (1892), que no se publicó hasta después de su muerte. Esta obra consolidó su reputación como uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo XIX, aunque fue a partir de la década de los años 50 del siglo XX cuando su obra y su figura volvieron a revalorizarse hasta convertirse en piezas claves de la literatura universal.

Herman Melville falleció en Nueva York el 28 de septiembre de 1891, prácticamente olvidado por el público y la crítica. Sin embargo, su obra fue redescubierta durante el “Renacimiento Melvilliano” de la década de 1920. Hoy en día, es reconocido como un autor fundamental cuya exploración del alma humana y los dilemas éticos sigue siendo relevante. Melville es recordado no solo por sus narrativas marítimas llenas de aventuras, sino también por su capacidad para abordar profundas cuestiones filosóficas y psicológicas que han ejercido una gran influencia en la literatura moderna.


Sus obras principales son:


Typee (1846)

Un edén canibal (1846)

- Omoo (1847)

- Mardi (1849)

- Redburn (1849)

- White-Jacket (1850)

- Moby-Dick (1851)

- Bartleby el escribiente (1853)

- Benito Cereno (1855)

- Billy Budd (1892)


 Herman Melville (Biografía)

          T A B L A



Periodo

Eventos Clave

Obras Clave

Recepción

1819-1839

Nacido en Nueva York, familia acomodada, dificultades económicas tras la muerte del padre

N/A

N/A

1839-1841

Se embarca como marinero, se une al ballenero Acushnet

N/A

N/A

1841-1844

Deserta en las Islas Marquesas, pasa tiempo en Tahití y Hawái, sirve en la Marina de los EE. UU.

N/A

N/A

1844-1850

Abandona la navegación, se convierte en escritor

Typee (1846), Omoo (1847), Mardi (1849)

Éxito comercial inicial con las primeras novelas, disminución de la popularidad con Mardi

1850-1852

Se muda a una granja en Pittsfield, Massachusetts, se hace amigo de Nathaniel Hawthorne

Moby-Dick (1851), Pierre o las ambigüedades (1852)

Fracaso comercial y crítico

1852-1860

Continúa escribiendo novelas y cuentos

Bartleby, el escribiente (1853), Benito Cereno (1855)

Falta de éxito económico y reconocimiento

1860s

Abandona la prosa, se convierte en poeta

Battle-Pieces and Aspects of the War (1866)

Recepción limitada

1866-1885

Trabaja como inspector de aduanas en Nueva York

Billy Budd (publicado póstumamente en 1924)

N/A

1891

Muere en Nueva York, prácticamente olvidado

N/A

N/A

Década de 1920

Redescubrimiento de su obra (Renacimiento Melvilliano)

Todas las obras

Reconocido como un autor fundamental

Actualidad

Considerado un autor influyente

Todas las obras

Influencia significativa en la literatura moderna



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 ¿Qué inspiraría a Herman Melville para escribir Moby Dick?

Luisa Castillo


Varios hechos reales pudieron inspirar a Herman Melville. Nieves Concostrina en el programa La Ventana de la Cadena SER (20-11-2019) contó que Herman Melville se inspiró en el naufragio del Essex, un ballenero que, poco después de que el novelista naciera, fue atacado por un cachalote blanco de unas 80 toneladas a 2.500 km de las costas peruanas, el 20 de noviembre de 1820. Sobrevivieron ocho de los veintiún marineros tras terribles penurias, narradas por uno de los supervivientes.

Melville también conoció el relato de Jeremiah Reynolds llamado Mocha Dick o La ballena blanca del Pacífico (1839), que contaba que, en las cercanías de la isla de Mocha (suroeste de Chile), un cachalote albino había salido vencedor de más de cien enfrentamientos con balleneros y parecía haber desarrollado una capacidad inverosímil para retar a los barcos y destruirlos. Mocha Dick se hizo famoso entre los marineros de Nantucket.

Melville quedó impactado por estas historias, se inventó un capitán obsesivo y de ahí salió Moby Dick.


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MOBY DICK, cuestiones para el debate

Gloria Benito


El contexto cultural

Su vida (1819-1891) discurrió entre NYork y Boston, una ciudad en plena ebullición cultural donde se confrontaban ideas y proyectos sobre diversas concepciones de un mundo y una sociedad emergentes y en formación.  HMelville tuvo acceso a las lecturas de pensadores relevantes como Ralph.W. Emerson y Henry D.Thoreau, y fue testigo de polémicos debates sobre el reformismo social en lucha por una Norteamérica más justa e igualitaria donde la persona pudiera formarse como individuo socialmente comprometido y políticamente responsable. 

Entre los años 1835 y 1855 hubo una auténtica explosión literaria. El pensamiento trascendentalista y su propuesta sobre la construcción del Yo, facilitaron la preeminencia del individuo ante las convenciones morales y políticas, de la persona y su proceso de búsqueda de una identidad propia. La influencia del naturalismo filosófico de Dewey aportaba cierto relativismo filosófico donde la duda y el escepticismo se imponían a una certeza más confortable y tranquilizadora. La teoría del conocimiento primaba la percepción individual como creadora de una realidad tan subjetiva como la ceguera obsesiva y enfermiza de Ahab en contraposición a la contundente y belicosa existencia del cachalote blanco, color que, por cierto, adquiere en Moby Dick un valor simbólico que va más allá del color de su piel.

El transcendentalismo de Emerson y su defensa de la intuición como forma de acceder a un conocimiento superior cuestionaba, tanto los ideales del positivismo ilustrado como las convenciones, el poder y jerarquía de las instituciones, lo que trajo no pocos problemas a estos grupos de vanguardia iconoclasta frente a los conservadores burgueses bostonianos. Por otro lado, las propuestas higienistas y vegetarianas de Silvester Grahan y Thoreau, junto con su propuesta de inmersión y respeto a la naturaleza, ubicaron a Melville entre las élites culturales y las personalidades más importantes y carismáticas de su tiempo (E.Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Louise May Alcott, Walt Whitman, Emily Dickinson…).

Su tiempo discurrió entre el mar y la literatura, con breves trabajos como profesor.  Su cultura es inmensa con incursiones en casi todas las ciencias, humanísticas, naturales y técnicas o aplicadas, tal como se observa en sus libros, especialmente en Moby Dick.


Las interpretaciones de Moby Dick.

José Mª Valverde. Ed. Austral.

Fue asunto del siglo XX acuñar la imagen del genio clásico y la obra monumental de cada nación con evidente intención política y patriótica”.

A los EEUU, les correspondieron Moby Dick y Herman Melville.


Andrew Delblanco. Ed. Penguin Clásicos.

Un libro vocinglero y escrito en tono fanfarrón (¡Denme una pluma de cóndor! ¡Denme el cráter del Vesubio como tintero!), es también una obra de un refinamiento exquisito”.

Se centra más en la novela, para la que no ahorra calificativos, propios y ajenos: “libro furioso, monstruoso mamotreto, artefacto sin fin, novela que no comienza, regalo a la democracia”

La interpretación del significado del libro se plantea, desde un punto de vista sociopolítico, como un reflejo de los cambios que la joven nación estadounidense estaba experimentando. La “casta” dirigente estaba desapareciendo en el proceso de sustitución de una cultura esclava por una cultura industrial. Moby Dick se publicó en 1851 y la Guerra de Secesión estalló en 1865. El capitán Ahab, encerrado en su patológico universo emocional, representaría la oposición a los cambios que acabarían con ese individuo terco y hostil.   Otra forma de transformación, tan flexible como mágica, es la del narrador Ismael, cuando su antiguo, malhumorado Yo se disuelve entre los dibujos del cubrecama, para emerger, jovial y sereno, merced a la influencia, serena y contundente, del salvaje Quiqueg.


La palabra “novela”.   Es Moby Dick una novela?

El término novela como relato ficcional es relativamente moderno.  Nos llegó desde el italiano “novella” con el significado de ‘novedad’, ‘noticia’, de manera que ’novelero’ era el criado de rufián, que traía noticias o chismes. Otras lenguas se basaron en el francés “roman” para denominar este género, como el portugués “romance”, el alemán “Roman”, el neerlandés “roman”, o el ruso роман (roman).

El vocablo se aplicó también a algunos relatos, pero siguió presentando un tufo de extranjero durante todo el Siglo de Oro. Solo en la narrativa del siglo XVIII el vocablo novela empieza a referirse francamente y sin matices a un género literario, tal y como se entiende en la actualidad. La edición del diccionario académico 1884 es donde aparece francamente designada como tal por primera vez. Las modas y tendencias literarias potenciaron, con más o menos extensión, el inserto de comentarios morales y disertaciones filosóficas, insertadas en la acción temporal del relato.

La novela como “cajón de sastre” donde los fragmentos expositivos y argumentativos interrumpían la narración propiamente dicha, existe desde los tiempos clásicos hasta el siglo XIX, cuando el Realismo y el Naturalismo consolidaron el género y el término. Paradójicamente, serán las vanguardias del siglo XX las que volverían a reivindicar un relato lejos del corsé del género donde cupiera de todo, tanto desde el punto de vista temático como formal. Hoy, la novela admite el ensayo, la información, el debate, y la intervención directa de un narrador que no se limita a contar, sino que expone, argumenta, apela y diserta libremente. Como cualquier creación la novela navega, de un extremo a otro, en aguas procelosas.


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domingo, 9 de marzo de 2025

Joseph Conrad - Contexto y biografía

 


                                                                                   ÁFRICA

Carmen Tolosa Costa


El corazón de las tinieblas (1899) constituye uno de los primeros testimonios sobre la de colonización europea de África. El Congo es un territorio que perteneció al rey de los belgas, Leopoldo II, por el que discurre el río del mismo nombre. El narrador y protagonista de la novela emprende un asfixiante y alucinado viaje a través de un río rodeado de una selva hostil. El relato de esta arriesgada aventura que recuerda el descenso a los infiernos contiene en su interior una dura crítica el imperialismo europeo. 

Durante el reinado de Leopoldo II de Bélgica se produce uno de los mayores genocidios de la historia. En este territorio, propiedad del rey a título personal, desaparecieron cerca de 10 millones de personas. El fundador del Estado Libre del Congo, fue dueño de 2.350.000 kilómetros cuadrados, tras los acuerdos de la Conferencia de Berlín en 1885.

Explotó el territorio a su antojo acumulando una enorme fortuna gracias a la explotación del caucho y diamantes y la mano de obra congoleña, que, con el aumento de la demanda de caucho, agudizó las condiciones infrahumanas de sus habitantes, que, de 20 millones pasaron a 10.  

En 1908 pasa a pertenecer al Estado Belga a cambio de 50 millones de francos. En aquel momento ya se había manifestado la presión internacional acerca de lo que estaba ocurriendo en el Congo. El libro de Conrad ya se había publicado y reflejaba la explotación colonial del territorio.

En 1960, el Congo se independiza. El primer ministro es Patrice Lumumba, principal político y líder anticolonialista que, meses después, sería asesinado y cuyo discurso del 30 de junio de 1960 contra el racismo ejemplifica su actitud y ética humanitarios. Hubo que esperar hasta 2022 para que el Gobierno Belga devolviera a su familia una pequeña parte de sus restos.

 En 2020, la Corona Belga reconoció, por primera vez y con evidente cinismo, la “violencia y crueldad” ejercidas en el Congo, así como su “profundo pesar”. 

Conrad no menciona el Congo, pues la novela no alude a un país concreto. Europa, a partir de la Conferencia de Berlín, se repartió el continente africano, para ejercer el poder sobre unos pueblos “sin civilizar” y saquear sus valiosas materias primas. Conrad explica que Marlow, que tiene madre mitad inglesa y padre mitad francés, encuentra a un personaje que viste con retales de colores, que podrían representar a todas las banderas. Hoy, en 2025, África sigue siendo explotada por empresas internacionales, sin colores, ni banderas. Miles de niños trabajan en pequeñas y grandes minas, a tres euros por catorce o dieciséis horas diarias, extrayendo cobalto, coltán y diamantes.   Esta situación permite un enriquecimiento astronómico a los empresarios y elevados precios para los compradores de los aparatos tecnológicos.

“La verdad es que expolian los recursos de África y obligan a los africanos a irse del continente. Luego dicen que Europa está siendo invadida cuando ellos son los invasores”. (Aminata Traoré). 


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EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS. CONTEXTO HISTÓRICO


Luisa Castillo Bayo



Entre 1870 y 1914 (inicio de la Gran Guerra) se desarrolló la Segunda Revolución Industrial: nuevas fuentes de energía, nuevas industrias y nuevos medios de transporte y comunicaciones. Desapareció el colonialismo de la Edad Moderna, desarrollado entre los siglos XVI y XVIII y basado en la explotación de metales preciosos, sedas, especias y esclavos, y se desarrolló un nuevo modelo de imperialismo colonial o colonialismo protagonizado por Inglaterra y Francia y, más tarde, por todos los países industrializados. Simultáneamente a su crecimiento económico, las potencias industriales extendieron su dominio político y territorial y llegaron a controlar el 99 % de Oceanía, el 90% de África y el 56% de Asia.


Los lazos entre el poder político y económico fueron frecuentes: industriales europeos presionaban a las autoridades políticas para introducirse en mercados lejanos. El temor a la rivalidad entre Francia y Bélgica por el Congo y el creciente interés de los comerciantes alemanes llevaron al canciller alemán Otto von Bismarck a organizar la Conferencia Internacional en Berlín, entre 1884 y 1885, donde acordaron las normas a seguir en la ocupación del territorio africano. Allí se reunieron los representantes de Alemania, Bélgica, España, Francia, el Reino Unido, Portugal, Italia, Dinamarca, Países Bajos, Estados Unidos, Rusia, Suecia, Noruega y los Imperios Otomano y Austro-Húngaro. 

El imperialismo fue un fenómeno complejo en el que influyeron numerosos factores: demográficos, económicos, políticos e ideológicos y en el que también influyeron motivaciones científicas y religiosas. Los textos siguientes ilustran alguno de esos factores.


“Las razas superiores poseen un derecho sobre las razas inferiores. Yo mantengo que ellas tienen un derecho, porque también tienen un deber: el deber de civilizar a las razas inferiores...”. Jules Ferry, Primer Ministro de Francia, Discurso en el Parlamento francés (julio de 1885).


“¡Razas superiores!, ¡Razas inferiores! Es fácil decirlo. Por mi parte, yo me aparto de tal opinión, especialmente después de haber visto a sabios alemanes demostrar científicamente que la francesa es una raza inferior a la alemana. No, no existe el derecho de las llamadas naciones superiores sobre las llamadas naciones inferiores. (…) La conquista que preconiza Ud. [Jules Ferry] es la del abuso, liso y llano, la de la fuerza que da la civilización científica sobre las civilizaciones primitivas para apropiarse del hombre, torturarlo y exprimirle toda la fuerza que tiene, en beneficio de un pretendido civilizador.” George Clemenceau, miembro del Parlamento francés, Discurso (Julio de 1885)

“Estaba ayer en el East End y asistí a una reunión de parados. Escuché fuertes discusiones. No se oía más que un grito: "pan, pan". Cuando regresé a mi casa me sentí todavía más convencido de la importancia del imperialismo (...). Para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una mortífera guerra civil, nosotros, los colonizadores, debemos conquistar nuevas tierras para instalar en ellas el excedente de nuestra población y encontrar nuevas salidas a los productos de nuestras fábricas.". Sir Cecil Rhodes (magnate minero y político británico) Carta al periodista Stead. 1895.



Acta de la Conferencia de Berlín de los plenipotenciarios de Gran Bretaña, Austria-Hungría, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia, España, Suecia, Noruega, Turquía y Estados Unidos (del 15 de noviembre de 1884 al 25 de febrero de 1885)

CAPÍTULO I. Declaración relativa a la libertad de comercio en la cuenca del Congo, sus bocas y regiones circundantes, (…)

Artículo I. El comercio de todas las naciones gozará de completa libertad (…)

Artículo VI. Todas las potencias que ejercen derechos de soberanía o influencia en los territorios antes mencionados se comprometen a velar por la preservación de las tribus nativas, y para atender a la mejora de las condiciones de su moral y el bienestar material, y para ayudar en la supresión de la esclavitud, y especialmente del comercio de esclavos. (…)

CAPÍTULO V. Ley de navegación para el Níger

Artículo XXVII. La navegación del Níger no estará sujeta a ninguna restricción u obligación (…)

CAPÍTULO VI. (…) formalidades esenciales que habrán de llenarse para que se consideren efectivas las nuevas ocupaciones en las costas del continente africano

Artículo XXXIV. La potencia que en adelante tome posesión de un territorio en las costas del continente africano, (…) remitirá adjunta al Acta respectiva una notificación dirigida a las demás potencias signatarias de la actual, a fin de que, si ha lugar a ello, puedan hacer valer sus reclamaciones.

Artículo XXXV. Las potencias signatarias de esta Acta reconocen la obligación de mantener, en los territorios que ocupen en la costa del continente africano, la autoridad competente para hacer respetar los derechos adquiridos y, en caso necesario, la libertad de comercio (…)





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BIOGRAFÍA DE JOSEPH CONRAD.

Fina Peña



Hijo único de una familia de la élite intelectual polaca, Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació en 1857 en Berdichev, que entonces era parte del Imperio ruso, hoy Ucrania. Su padre, Apollo Nalecz Korzeniowski, poeta, traductor de Shakespeare, Victor Hugo, y Charles Dickens, así como activista en la resistencia polaca contra el zar, fue deportado junto a su esposa, Ewa Brobowski, a la región de Vologda, en el norte de Rusia.

Más tarde la familia fue enviada a Chernígov, en Ucrania, donde las duras condiciones contribuyeron a la muerte por tuberculosis de Ewa. Sumido en una profunda depresión, Apollo fallecería en 1869 en Cracovia.

Tadeusz Brobowski se convirtió en el tutor de su sobrino cuando este quedó huérfano con solo doce años. Abogado de profesión, ofreció a Conrad consejo, apoyo económico y un entorno hogareño. El niño ya conocía la casa de Tadeusz, donde había estado en una ocasión de visita con su madre. En la biblioteca de Tadeusz, hombre solitario y gran lector, el joven Joseph, además de hacer suyas ambas condiciones, leyó, entre otros, a Pushkin, Turguénev, Lermontov y a Byron. Estudió en Cracovia y luego en Suiza, pero la escuela no despertaba su interés. Para disgusto de su abuela y su tío, que trataron de disuadirlo sin éxito, manifestó su decisión de convertirse en marino. En 1874 partió desde Cracovia, en el Expreso de Viena, hacia Marsella en busca de su sueño.

Cosmopolita y llena de vida, la zona portuaria de la localidad francesa parecía el lugar adecuado para la nueva vida que empezaba este muchacho de apenas diecisiete años. Conrad permaneció en esta ciudad hasta 1878, cuatro años cruciales llenos de experiencias que empezaron a forjar su perspectiva del mundo y su identidad como escritor.

Se empleó como grumete en la naviera Délétang et Fils, cuyos barcos viajaban al Caribe. A bordo de las goletas Saint Antoine y Mont Blanc realizó varias travesías atlánticas. Navegó por las Antillas y la costa oriental de México, Venezuela y Colombia, lo que le procuró una perspectiva profesional de la vida de los hombres del mar y una visión amplia del mundo. Recuperado, tampoco el juego le trajo fortuna. En el casino de Montecarlo sufrió pérdidas a las que no pudo hacer frente, y, desesperado, intentó suicidarse pegándose un tiro en el pecho. Pidió ayuda a su tío, que respondió favorablemente y le apoyó en el mal momento que atravesaba.

Tantas experiencias y desafíos, que inevitablemente le dejaron heridas físicas y emocionales, ayudaron a forjar su carácter y a profundizar en el conocimiento de la naturaleza humana. Esta época intensa fue todo un aprendizaje sobre la volatilidad del espíritu humano, la complejidad de las relaciones personales y las sombras de la moralidad, temas que estarán presentes a lo largo de toda su obra. Para Conrad, Inglaterra equivalía al mar y a los marineros. A finales de 1877, se enroló en Marsella en el mercante británico Mavis, con destino a Constantinopla. A su regreso, el verano del año siguiente, desembarcó en Lowestoft, Suffolk, en lo que fue su primer contacto con suelo inglés.

Hasta ese momento, poco menos que chapurreaba algunas palabras del idioma que algunos años después dominaría como un auténtico maestro. En Crónica personal, el mismo Conrad explicaba que su primer contacto con el inglés fue a los siete años, cuando su padre traducía las obras de Shakespeare para mantener a su familia. Hizo innumerables viajes bajo pabellón británico. En 1883 se embarcó en Bombay en el Narcissus, de cuya travesía sacó el material para El negro del Narcissus, una novela acerca del deterioro y la muerte de un marinero negro egocéntrico y de cómo este episodio pone a prueba al resto de la tripulación de su barco.

Conrad adoptó la ciudadanía británica en 1886, tras lograr el título de piloto de altura de la marina mercante, y, dos años más tarde, desde Singapur, hizo su primer viaje como capitán. Recorrió prácticamente todo el mundo. Después de América, llegaron el Índico y todo el sureste asiático y africano.

Vida y obra se entrecruzan en la biografía de este marino, que arrastró siempre no solo la memoria de una Polonia ocupada y dividida, sino también el peso de la pérdida y el exilio. Estos aspectos se reflejan en la forma en que sus personajes lidian con la lealtad y la traición, temas recurrentes en su escritura. Uno de los viajes más conocidos de Conrad fue el que le llevó, entre junio y diciembre de 1890, a lo largo del río Congo. Le ofrecieron el puesto para sustituir a Johannes Freisleben, capitán de un barco de vapor que había sido asesinado. A bordo del Roi des Belges fue testigo directo del horror y de la podredumbre humana, del infierno del colonialismo, este caso en pos del marfil y el caucho. La experiencia traumática de África la reflejó en su obra más célebre y enigmática, El corazón de las tinieblas.

Hizo varios viajes más como primer oficial, pero en 1894, cuando murió su tutor Tadeusz Bobrowski, su vida marina terminó. Un año más tarde se casó con Jessie George, de veintidós años, y publicó su primera novela, La locura de Almayer, que tardó diez años en tener lista y que recibió buenas críticas, hecho que le empujó a la creación literaria profesional. A partir de entonces residió, principalmente, en el extremo sureste de Inglaterra, en los condados de Sussex y Kent, dedicado por completo a su escritura: Un vagabundo de las islas (1896), la mencionada El negro del Narcissus (1897), Cuentos de inquietud (1898), Lord Jim (1900), Juventud, donde se encuentra la novela corta El corazón de las tinieblas (1902), Tifón (1903), Nostromo (1906), El agente secreto (1907), Gaspar Ruiz (1908)

Las historias y los personajes de Conrad son de tal envergadura que han sido fuente de inspiración en diferentes disciplinas a lo largo del siglo XX. La revisión más conocida, basada en El corazón de las tinieblas, es la película de Francis Ford Coppola Apocalypse Now, con Marlon Brando en el papel de Kurtz y Martin Sheen en el de Willard, personaje equivalente a Marlow. Pese a cambiar de siglo y de continente, queda patente la tesis conradiana de que, en función de las circunstancias o en ausencia de un control social, cualquier hombre puede sucumbir a la oscuridad interior y ser capaz de cometer las acciones más siniestras.

Conrad tuvo la oportunidad de ver la primera película basada en una obra suya, Victoria, dirigida por Maurice Tourneur en 1919. Lord Jim fue llevada a la gran pantalla en dos ocasiones, la primera en el cine mudo, de la mano de Victor Fleming, en 1925, y, cuarenta años después, en una magnífica adaptación de Richard Brooks, protagonizada por Peter O’Toole y James Mason. Un joven Hitchcock firmó Sabotaje (1942) a partir de la novela El agente secreto. Asimismo, Ridley Scott, en su particular homenaje a su admirado marino, adaptó uno de sus relatos cortos, El duelo, y Nostromo fue el nombre que eligió para la nave de su inolvidable Alien (1979).

Joseph Conrad falleció el 3 de agosto de 1924, en Bishopsbourne (Kent), y sus restos descansan en el cementerio de Canterbury.


Adaptación de La novelesca vida de Joseph Conrad. Eduardo Garrido. La Vanguardia, 3 agosto 2024.



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