domingo, 9 de junio de 2013

Muerte de una heroína roja

 LA NOVELA NEGRA CHINA

Muerte de una heroína roja es una de las novelas del escritor chino afincado en Washington, Qiu Xiaolong. Hemos elegido esta obra para poner punto final a nuestro club de lectura, con una historia más ligera. Tras las cuatro novelas relacionadas con el tema  de este año, “El viaje como metáfora de la vida”, necesitábamos una lectura entretenida, sencilla y asequible a la mayoría de los miembros del club. Hay que tener en cuenta que las cuatro novelas de este año han supuesto un esfuerzo para muchos de nosotros, debido a su complejidad temática, su lenguaje  y su  dificultad formal. Sin duda, la más complicada ha sido Lord Jim, de Conrad, pero también pensamos que ha sido la más sugerente e interesante, por lo que quizá alguien se anime a leerla o releerla con  otra perspectiva.

Con la lectura de Muerte de una heroína roja nos hemos acercado a un género que conocemos bien: la novela negra actual. Este autor nos ha parecido interesante, no tanto por la trama criminal que investigan el inspector Chen y su ayudante el agente Yu, sino por el contexto en que se desarrolla la historia. La  aparición del cadáver de una mujer que ha sido modelo de conducta en la China socialista, pone en marcha una maquinaria investigadora que abarca desde los más altos funcionarios del partido hasta los protagonistas del despertar capitalista en la China actual. Todo un universo de personajes y situaciones, que muestran al lector cómo es la sociedad del Shangai moderno, con sus casas colectivas, sus calles abarrotadas de gente y puestos ambulantes de comida, sus  mercados, sus comercios, parques y bibliotecas.

La historia desvela los entresijos de la política de partido, el poder emergente de los nuevos ricos y las mafias relacionadas con la construcción y otros negocios avalados por  funcionarios corruptos. Como en la novela negra clásica, se confunden las instancias más altas con el hampa  siempre inmune al imperio de la ley. Pero el desarrollo del argumento y el descubrimiento del delito es más amable que en el género original, con un detective que es  funcionario del estado y también poeta, un pensador con algo de filósofo. Situado en una cómoda ambigüedad, el inspector Chen recorre el camino que le conduce a su indagación a la par que escribe poesía o realiza una investigación literaria. Sus reflexiones están salpicadas de aforismos poéticos de los escritores clásicos y contemporáneos de la literatura china, lo que hace muy agradable y sensitiva la lectura de las novelas de Xiaolong.


También resultan nuevos y sugerentes para el lector occidental los nombres de las calles y lugares, así como el vocabulario específico de objetos, sentimientos y situaciones propios de una cultura que le resulta aún exótica y lejana. A todas estas particularidades hay que añadir la crítica política, no sólo la propia de un sistema excesivamente jerarquizado y autoritario, sino la de épocas pasadas, como la revolución roja de los años 40, y  el movimiento maoísta posterior, a la que se añade la incertidumbre por la irrupción de la economía de mercado de la actualidad. Así que concluimos que esta novela nos ofrece un mosaico de temas que forman el telón de fondo de la trama policiaca, lo que resulta agradable de leer al tiempo que instructivo y motivador. Una lectura fácil y entretenida, que, junto a la última novela de Petros Márkaris, Liquidación final, nos ha alegrado la última sesión del club. GB.

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