El
afinador de pianos: un viaje hacia el sueño mítico y vital
En
esta novela encontramos las peripecias del inglés Edgar Drake, un hombre
corriente con una profesión singular: reparador y afinador de pianos,
especializado en los famosos y excelentes Erard. Con una vida gris y un
matrimonio rutinario, Drake recibe una sorprendente proposición del ministerio
de Defensa británico para arreglar un Erard en Mae Lwin, un territorio habitado
por los shan, en los confines orientales de la Birmania colonial de finales del XIX.
El
viaje supone salir de la aburrida vida occidental para conocer la aventura de
lo desconocido y exótico. La partida desde el buque en que se embarca Drake
está envuelta en la niebla y la bruma, que evocan la ambigüedad y el vacío de
los sueños y los deseos no cumplidos. Cuando la mirada del viajero “contempla
los remolinos blancos” que la espesa bruma forma en sus dedos, el narrador nos
sitúa en el inicio de la aventura:
“Blanco. Como una hoja de
papel, como el marfil sin tallar, todo es de color blanco cuando empieza la
historia.”
El
relato del viaje nos llega a través de la voz narradora de un testigo bastante
omnisciente que complementa los detalles de la historia con cartas de Edgar a
su mujer, informes oficiales de los militares y del dueño del piano, el
misterioso, enigmático y atractivo doctor Anthony Carroll. A partir de ese
momento van desapareciendo los blancos nebulosos de la vida de Drake para
llenarse de sensaciones cálidas y cromáticas tonalidades, desde el brillante y
azul Mediterráneo, el perturbador Índico
con la agitación y abigarramiento de Calcuta, hasta la inquietante y luminosa
Birmania. Esta tierra, bañada por un sol excesivo, que hace perder a las cosas
y a los paisajes sus perfiles y sus límites, va sumergiendo al viajero en una
irrealidad fascinante, que narcotiza la razón y aviva los sentidos y las
pasiones.
La
percepción de que su itinerario interior le llevará a una transformación vital
y existencial, cobra en la novela carácter de presagio de la muerte como forma
de acceso a otro plano de la realidad. Este lenguaje simbólico se atribuye a
las creencias de los shan, a los que el narrador atribuye más valor intuitivo y
verdadero que a las racionales afirmaciones occidentales:
“Por eso las lunas llenas
marcan los principios, los momentos del cambio, y se debe prestar mucha
atención a los presagios”
El
carácter mítico del viaje de Edgar adquiere un tono premonitorio en el relato
del viejo africano al que llaman Hombre
de Una Sola Historia. Su cuento narra
su encuentro, cuando era joven y estaba perdido en una tormenta de arena,
con una especie de sirena del desierto. Así como los marineros de La Odisea son
atrapados por sus mágicas melodías, el
mozo queda sordo para siempre tras escuchar su canto. Como él mismo dice, “después
de haber escuchado algo tan hermoso, dejé de captar el sonido […]
después de aquella canción, para mí ya no puede haber más historias después de
aquélla.”
La
llegada a Rangún y el posterior viaje a Mandalay permiten al lector acercarse
al ambiente militar de los colonizadores británicos y sus costumbres. Desde el
comienzo, Edgar siente indiferencia por el mundo que se le ofrece y no
comprende la forma de ocupación del imperio inglés en sus colonias. Su
espíritu inquieto y su emotiva curiosidad
le hacen sentirse mucho más cerca de la cultura nativa y del hombre que le ha
impulsado hacia las lejanas tierras de Oriente para afinar un piano. Contempla
con irónica distancia las reuniones y formas de diversión de los colonos (caza
del tigre), y no niega que le aburren y no le interesan. “Da la impresión de que han importado el ambiente”: eso es lo que
piensa Edgar de sus compatriotas.
El
viaje de Mandalay a Mae lwin y el pueblo de los shan transcurre en un agitado
espacio emocional, en el que Edgar descubre un mundo nuevo y vivificante lleno
de sensualidad y belleza. Su identificación con el doctor Carroll y su proyecto
de pacificar los territorios mediante la música y la palabra, le trasladarán a
otro universo lejano y aislado, del que no podrá partir nunca más. Como Ulises,
Edgar ha quedado atrapado en el mundo de los sueños cumplidos y no podrá volver
al lugar anterior del cual procedía. Su viaje, abrazado al piano, acaba en las
aguas del río donde lentamente se sumerge. No tiene retorno, pues su dirección lo lleva hacia la aldea de
los shan, hacia el mundo mágico de Mae Lwin. Cuando el héroe muere, acaba el
relato. GB
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