Poco antes de que la película
de Fernando León de Aranoa (El buen patrón, parodia empresarial) y la
posterior de Adam McKay (No miréis arriba, parodia política) llegaran a
nuestras pantallas, David Trueba nos regaló la mejor parodia de la política, en
este caso española, y sus chanchullos. El
libro invita a los lectores a acompañar en viaje de precampaña por España a
Amelia, la candidata de un partido conservador que será custodiada por su
equipo, vigilada por la prensa y asesorada por Basilio.
La multitud de personajes
configura una retícula coral que refleja la imagen, distorsionada pero
verosímil, de la basura que la política esconde bajo sus alfombras, lo que se
oculta tras los telones del escenario de ese gran teatro del mundo, de esa corte
de los milagros, cuya ficción (ahora se llama relato) se estrena durante las
elecciones, en un bucle pertinaz que se repite una y otra vez cada cuatro años.
En este sentido, la novela de D. Trueba es la representación de la
representación.
En esta ácida y sarcástica
imitación de la realidad política española, el autor cede su voz a un narrador de
arrolladora personalidad, que va creciendo con el relato hasta adquirir la categoría
de personaje principal y eje de la narración. Impertinente y transgresor, se
apropia de la historia mediante la fuerte y contundente mordacidad de su
discurso. Basilio —51 años, gordo, calvo y con gafas— se describe a sí mismo
como alguien que “no era una tripa, era una personalidad”. El sarcasmo
alimenta su humor y lo transforma en el arma destructiva que arremete contra
todo y contra todos, por lo que son pocos se salvan de su verbo cínico y
destructivo.
Como mecanismo de defensa ante
una realidad hostil y contaminada por la estulticia (“Desde los doce años
tengo la vista cansada, cansada de tanta estupidez”) Basilio narra los
sobornos alimenticios con que su madre le obligaba a ir a misa (“La fe me
hizo obeso”), nos invita a aceptar su gordura como un rasgo de rebeldía y
lucidez (“Estar gordo es rebelarse contar el futuro flaco que nos espera. Un
futuro en chandal”) y deja caer comentarios sobre la sociedad, el mundo y
el universo entero, que se entreveran en la trama para potenciar su sabor y
solidez, sin que se note:
“Está prohibido tener
defectos físicos. Ser guapo será un derecho humano que se exigirá en masivas
manifestaciones frente a la sede del gobierno. ¡Todos somos guapos! ¡Je suis
Brad Pitt!
Y entre ciudad y ciudad, entre
mítines y ruedas de prensa, entre comidas y copas, va pasando el tiempo
mientras nuestro narrador estructura y ordena el relato yendo del presente al
pasado y depositando fragmentos de la vida de los personajes para conformar una
biografía-mosaico del país a través de sus representantes.
Con los comentarios y
reflexiones de este maestro en la observación y análisis de las miserias del
alma humana, encarnada en las estrategias políticas motivadas por el deseo de
ganar a toda costa sin mirar el daño moral y emocional del pueblo al que dicen
servir, se podría escribir un manifiesto de su particular filosofía y modo de
entender el mundo.
Su
irreverente conducta, que él resume como “distancia, displicencia y
desprecio”, sólo se atenúa ante la ingenuidad de su inocente candidata con
algo parecido a la ternura por Amelia, la catedrática universitaria con un
pasado limpio y sin experiencia en los ruedos electorales, a la que Basilio se
propone modelar como Pigmalión a su criatura, y, como él, va cayendo poco a
poco en cierto y ambiguo encantamiento. Pero respecto a los demás, no hay
concesiones ni perdón por la inaceptable conducta de periodistas y políticos, que
se muestran desprovistos de cualquier fundamento ético o moral que les aleje
del propósito de conseguir noticias rentables —aunque sean falsas— o más votos
—aunque sean sucios— que sus adversarios.
Los palos van, sin compasión,
de la derecha a la izquierda, que tampoco se libra de la mirada cínica y del
discurso mordaz del asesor, el personaje que conduce y genera la historia
filtrando la realidad con ojos acostumbrados a captar el lado oscuro y oculto
de las cosas.
Para ayudar a digerir las
basuras electorales con una sonrisa, sirve a la perfección esta muestra del
mejor humor español, el que liga sátira y esperpento siguiendo la huella de
Berlanga y Valle Inclán. Ingeniosas metáforas, sorprendentes comparaciones e
inevitables hipérboles alimentan las caricaturas que pueblan esta novela ácida,
muy larga para algunos y no tanto para otros. Todo ello con un lenguaje
coloquial y llano cercano al registro periodístico, que el autor utiliza con
soltura en sus columnas y reportajes. Crónica y parodia al tiempo, Queridos
niños es un regalo para los que gustan del humor y disfrutan del talento
creador de quien sabe escribir bien y contarnos quiénes somos
Y, sobre todo, hay que elogiar
la imparcial perspectiva de David Trueba para crear un personaje tan alejado de
su ideología y poner en su boca una crítica tan rotunda de la sociedad que no
se salva nadie, ni siquiera los electores que, como “queridos niños” que son,
se comportan como tales: inmaduros, protestones, caprichosos y charlatanes sin
criterio ni noción del compromiso. Como dice Basilio, “esperan que les
salven papá y mamá […] pues no les llega ningún mensaje, les llega una
experiencia”.
DICE BASILIO:
“A mí el paisaje no me
impresiona. Me emociona más un whisky denso entre hielos que una puesta de sol”
“Sería para siempre un
escritor conservador, lo opuesto a la manada de escritores progres que tanto
abundan en los cotos mediáticos”
“Si conoces al ser humano,
dejas de amar al ser humano de manera ciega y complaciente”
“La maledicencia desde tiempos
inmemoriales es una estrategia cotidiana. No ha cambiado nada desde Cicerón”
“Las cucarachas sobreviven,
los héroes son aplastados”
“El muro que construí a los
trece años para llegar vivo a casa después del cole. […]Entonces entendí que
deshumanizarme era salvarme”
“El consumo es una fuerza
motora que no proviene del diseño económico, sino también de nuestra
conformidad mental”
“La democracia actual es una
superstición. Los ciudadanos creen en la magia”
“En un país en que la pregunta
permanente es preguntar qué pasará mañana no se puede vivir […] la felicidad es
quedarse dormido con esas ideas en la cabeza”
“Quiero tu dinero, pero no tu
vómito” (sobre el turismo masivo)
“Como aquel personaje de
Bogart, mi vocación es ser borracho”
“Esos chicos de las nuevas
generaciones consideraban que la comida era un acto suprimible […] Ignoran que la sobremesa es el Jardín del
Edén, el paraíso del que nunca debimos ser expulsados
“No sé si el dinero es Dios”,
a tanto no llego, pero el dinero es el deseo y el deseo es el motor”
SOBRE AMELIA:
“Fabrican una nueva marioneta.
Sí, Amelia, eres tú”
“El nuevo papel en la comedia
de tu vida, el de la mujer necesaria, ese muñeco con el que juegan a la
democracia”
“Maduraste de golpe por vía
marital […] el momio no te aporta nada […] más que un marido parecía un paragüero
pasado de moda”
“Había en ti algo de serenidad
beatífica […] tu inocencia me asombró […] ese punto de humor antipomposo que me
sedujo […] tu vida era lenta, tu tradición, británica, tu virtud favorita, la
moderación”
“En cambio percibí en ti la
misma ternura maternal de siempre”
“Tú y yo nos acercamos a las
olas y apenas hablábamos porque no teníamos nada que decirnos, qué bendición
por un momento. Tantas palabras en campaña que guardo un recuerdo gratísimo de
los encuentros. ¿A ti no te pasa?”
SOBRE LOS POLÍTICOS
“Pertenecen a ese rango de
carreristas que ocupan tanto tiempo un sillón oficial, que la gente se pregunta
qué fue antes si el sillón o la persona, que es la versión política del
acertijo del huevo y la gallina”
“La campaña consiste en
ocuparlo todo, como un magma invasivo”
“Esos grupúsculos sectarios
que cursan la diplomatura en Revolución burguesa y luego un máster en
Revolución popular para colocarse en la grada correcta de la Historia”
“Entre los dos capitalizaban
esa superioridad moral que caracteriza a sus votantes […] en vista de la bondad
que guardan en su interior no ha nacido un partido que los represente. […] ese
desánimo es nuestra gasolina, nuestra misión es destrozar cualquier mesías que
fabriquen. Jesucristo no resistiría tres tertulias”
“Impostura, arribismo y
oportunismo […] publicaciones amañadas […] criticar desaforadamente al rival”
“Nada más cómodo que
despellejar. El elogio es blando”
“Ay, Amelia, hasta los
desinformados saben que la política es para los políticos, porque ellos tienen
la piel dura y el corazón de amianto”
“Para mí todas las personas
que se dedican a la política lo hacen porque hay un vacío en sus vidas […] Esa
es la clave: ofrecer soluciones, aunque sean imposibles”
“Todos dentro del partido
quieren escalar. Es un microclima criminal”
“Algo parecido pasa en la
política, que se parece al teatro en que por detrás todo es cartón, calcetines
y ropa vieja”
SOBRE LOS MEDIOS
“Los medios se inventaron
para que no se conociera la realidad”
“Esos becarios que se quisieron
comer el mundo y el mundo se los merendó a ellos”
Un periodismo de corte y
confección. Poco leídos pero agitadores de la actualidad más ramplona. Salíamos
a kilo y medio de escándalo al día”
“Tú no le pides a la escobilla
del wáter que sea ergonómica, cuidada y hermosa como un cepillo de dientes.
Sólo le pides que cumpla su tarea oscura e imprescindible”
SOBRE LOS ELECTORES
“El votante termina por ser
igual a lo votado […] les parece más verdad el insulto que la caricia”
“Mis queridos niños se tragan
camelos así, sin cuestionarlos […] mis queridos niños votan más en función de
su identidad que de sus intereses”
“Este no es país para la
esencia, sino para la anécdota”
“Les encanta ponderar lo
ponderado, aplaudir lo aplaudido […] pertenecen a esa estirpe que se pone a la
cola donde hay cola”
Escribe Gloria Benito