miércoles, 29 de enero de 2014

CREMATORIO de Rafael Chirbes



COMENTARIO GENERAL (José Luis Vicent Marin)

Un rato puede ser inmensamente largo si eres capaz de describir todos los pensamientos que los atraviesa: mientras vas de casa a la parada del autobús puedes haber recorrido cien o doscientos metros, haber cruzado una o dos calles, haber saludado a una o dos personas, pero quizá en tu mente hayan sucedido muchas más cosas, quizá has pasado por decenas de meses o años, has recordado un sinfín de conversaciones o discusiones o incluso has planificado un trozo de futuro.
Una de las dificultades de este libro la encontré cuando empecé a tomar notas sobre él ya que su estructura laberíntica me impedía colocar las cosas ordenadamente cada vez que un personaje (y es así todo el libro) comienza a hablar de sí mismo y sobre todo de los demás.
Eso es al fin y al cabo lo que hacemos todos cada día, hablar poco sobre nosotros mismos y tal vez demasiado sobre los demás, lo que demuestra que el conocimiento propio es sumamente pobre comparado con el que creemos descubrir en el ajeno, aunque no sea así (cuando Rubén recuerda haber visto siendo niño a su padre llorando, asegura que nunca se conoce bien a nadie, ni siquiera a los que tenemos tan cerca).
También demuestra que la vida se construye a base de pensamientos: detrás de un hecho siempre hay una idea. Y  que valen tanto los que se apartan porque son molestos como los que se retienen gratamente.
La narración va y viene de un presente de un par de horas a un pasado de largos años y viceversa formando un conjunto finalmente comprensible.
Ese es el tiempo que emplea Rubén en su coche camino del tanatorio, o de Mónica contemplándose en el espejo, o de Silvia hacia y en el aeropuerto despidiendo a su hijo, o de Juan llegando a casa de Brouard, o de Collado con su cuerpo quemado en una cama del hospital.
La historia se construye en base al personaje que se acaba de morir, Matías, hermano de Rubén que es el eje de la novela. Es lo que solemos hacer, al revisar la vida que se pierde revisamos las que cuelgan a su alrededor, pero en realidad es la historia de muchos otros y puede decirse que trata de corrupción aunque tanto o más, de relaciones humanas, de odios, de divergencias ideológicas, o de enfermedades y muerte. Por todo ello pasa con la misma intensidad.
Por ejemplo, podemos decir que lo principal es la historia de amistad infantil o juvenil y su posterior separación ideológica (los hermanos Rubén y Matías y sus amigos Federico Brouard el escritor y Montoliu el pintor), pero también es la de Rubén con su hija Silvia siempre tan cerca de Matías y tan lejos de él. O la de su incondicional Collado que lo tuvo por su gran maestro, más que un padre, en el pedestal de la admiración y fidelidad. O la de él mismo como triunfador en la vida material pero gran fracasado en la sentimental, ahora como padre y antes como hijo ya que nunca sintió el calor de una madre autoritaria que jamás le cogió de la mano,  ni la de un padre más capacitado para cultivar amistades que para atender y cuidar de su entorno familiar.
También es la historia de la gran corrupción, especialmente urbanística, pero siendo socialmente importante, trascendental en la situación del país, lo lleva por el camino del hombre con ambición que simplemente se aprovecha de las ventajas – a menudo ilegales – que le brindan los políticos.


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