"Buscamos el diseño del mundo...nosotros mismos lo somos" (Novalis)
El mayor insulto para Thomas Bernhard era recordar su nacimiento, un 9 de febrero de 1931, en Heerlen, Holanda. "Odio los libros y los artículos que empiezan con una fecha de nacimiento. Detesto con toda el alma los libros y los artículos que adoptan una aproximación biográfica y cronológica; esto me parece del peor de los gustos y, a la vez, el procedimiento menos intelectual que exista"
El libro que primero cayó en mis manos, al poco de su muerte, fue Los comebarato, de la Editorial Catedra. Tiene una magnífica introducción a cargo de Carlos Fortea donde explica algo que luego vemos en sus escritos: “En Bernhard, la religión y la Iglesia son máquinas de destrucción, el Estado sostiene una pantomima de decencia y prestigio, las respetadas Universidades y mundo académico son centros de "aniquilación espiritual"
El libro que primero cayó en mis manos, al poco de su muerte, fue Los comebarato, de la Editorial Catedra. Tiene una magnífica introducción a cargo de Carlos Fortea donde explica algo que luego vemos en sus escritos: “En Bernhard, la religión y la Iglesia son máquinas de destrucción, el Estado sostiene una pantomima de decencia y prestigio, las respetadas Universidades y mundo académico son centros de "aniquilación espiritual"
Para iniciarse en la lectura de su obra habría que comenzar
con sus cinco libros autobiográficos, donde relata su infancia y su adolescencia,
así podemos comprender mejor toda su obra tanto narrativa, como poesía y
dramática. El
origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño, y luego seguir con Trastorno.
En sus páginas encontraremos los momentos felices de su
niñez en torno a la figura de su abuelo y
la dureza de la postguerra en un país ocupado, vencido y enfermo, en el que
sus instituciones seguían postradas ante los poderes más rancios y caducos. Más tarde la
enfermedad pulmonar que padeció le marcará toda su vida literaria y cotidiana.
Según decía, Thomas Bernhard escribía para si mismo, aunque sus
inicios profesionales fueran de periodista sobre noticias judiciales, para Diario Popular Democrático de Salzburgo. Allí aprendió a remarcar los aspectos de la realidad que
quedaban flotando en el escueto relato de la noticia. ("Durante dos años escribí
la crónica judicial, que me volvió a la memoria cuando me puse a escribir
prosa. Un tesoro inestimable. Creo que de ahí surgen mis raíces.”)
Su forma de relatar
repetitiva, redundante, tal vez agria, llena de insultos, es en cierto modo
como una exageración un tanto teatral para llamar a la reflexión. Y además con
cierto sentido musical como el mismo explicaba: “Y escribir prosa tiene que ver
siempre con la musicalidad. El uno respira con el deafragma –los cantantes sólo
respiran con el diafragma, porque sino no pueden cantar- y el otro tiene que
desplazar la respiración del diafragma al cerebro” (Conversaciones con
Thomas Bernhard de K. Hofmann, Ed. Anagrama 1991)
Aunque de origen humilde, Bernhard, pudo convivir con cierta
aristocracia austríaca como los Lampergsberg, Wittgenstein. Ese mundo influyó para que adoptara cierta pose de dandi o por decirlo en palabras de su traductor, Miguel Saénz, de esnob.
Uno de los momentos más importantes de su vida es cuando conoció a la mujer que le apoyó y ayudó toda su vida, Hedwig Stavianicek. Cuando ella murió escribió:"Lo más extraordinario que he vivido nunca ha sido tener la mano de ese ser en mi mano, sentir su pulso, y luego un latido más lento, otro lento latido y luego se acabó. Es algo tan inmenso. Se tiene en la mano todavía su mano, y entra el enfermero con la etiqueta numerada para el cadáver. La monja lo echa y le dice: »Vuelva más tarde». Entonces uno se enfrenta otra vez con la vida. Se levanta muy tranquilo, recoge las cosas, y entre tanto vuelve el enfermero y cuelga el número del dedo gordo del cadáver. Se limpia la mesilla y la monja dice: »Tiene que llevarse también el yogur». Fuera graznan arriba los cuervos… realmente como en una obra de teatro”
Uno de los momentos más importantes de su vida es cuando conoció a la mujer que le apoyó y ayudó toda su vida, Hedwig Stavianicek. Cuando ella murió escribió:"Lo más extraordinario que he vivido nunca ha sido tener la mano de ese ser en mi mano, sentir su pulso, y luego un latido más lento, otro lento latido y luego se acabó. Es algo tan inmenso. Se tiene en la mano todavía su mano, y entra el enfermero con la etiqueta numerada para el cadáver. La monja lo echa y le dice: »Vuelva más tarde». Entonces uno se enfrenta otra vez con la vida. Se levanta muy tranquilo, recoge las cosas, y entre tanto vuelve el enfermero y cuelga el número del dedo gordo del cadáver. Se limpia la mesilla y la monja dice: »Tiene que llevarse también el yogur». Fuera graznan arriba los cuervos… realmente como en una obra de teatro”
También habla de ella en la entrevista que publicó la
revista QUIMERA en 1987 y que se puede consultar en este enlace http://www.ddooss.org/articulos/entrevistas/Thomas_Bernhard.htm
En el librito que
inició mis lecturas “bernahrdianas” hay un párrafo subrayado que señala muy
bien una constante de su obra, el odio a lo establecido: ”Quien no empleaba
desde muy temprano una gran parte de sus energía en resistirse contra la locura
de la masa caía irremediablemente en manos del embrutecimiento…” de una forma u otra eso mismo encontramos en
las páginas del libro que comentamos en nuestro club de lectura, Maestros antiguos. Aquí nos da la clave
de la existencia humana como antídoto a la soledad, soledad que no puede
llenarse con solo cultura, pintura, literatura que, por así decirlo, son tan
solo unos espejismos.
Viajó mucho con su "tía", así llamaba a Hedwig Stavianicek, por Italia, Egipto, Portugal y España. En nuestro país especialmente tuvo largas estancias en Madrid, Mallorca y Torremolinos, donde paso el invierno de 1988.
En Mallorca |
En Torremolinos |
Además de poesía, novelas, fragmentos los llamaba, escribió obras de teatro con gran éxito, y en sus inicios como escritor también relatos breves. Hay un relato corto en El imitador de voces, Tesis, un anticipo de sus opiniones acerca de los famosos y admirados artistas:
“Un hombre de Augsburgo fue internado en el manicomio de Augsburgo sólo porque, durante toda su vida, afirmó en cualquier ocasión que lo último que dijo Goethe fue mehr nitch! (¡más no!) y no mehr Licht (¡más luz!), lo que, con el tiempo y a la larga, acabó por atacar los nervios de tal modo a todas las personas que tenían relación con él, que se pusieron de acuerdo para conseguir el internamiento en el manicomio de aquel augsburgués obsesionado de forma tan desgraciada por su tesis. Seis médicos se negaron a ingresar en el manicomio al desgraciado, pero el séptimo dispuso su ingreso inmediatamente. Este médico, como he sabido por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, ha sido galardonado por ello con la medalla de Goethe de la ciudad de Fráncfort” (Ediciones Alfaguara, traducción de Miguel Sánez, 1984)
Personalmente recomiendo la lectura de El Malogrado (Ed. Círculo de lectores ahora en Alfaguara) Por allí desfilan, los "grandes del espíritu" que él respetaba y citaba: Nietzsche, Pascal, Voltaire, Montaigne, Shopenhauer. Este maravilloso librito hay que leerlo despacio y con las Variaciones Goldberg interpretadas por uno de los personajes: Glenn Gould.
“Un hombre de Augsburgo fue internado en el manicomio de Augsburgo sólo porque, durante toda su vida, afirmó en cualquier ocasión que lo último que dijo Goethe fue mehr nitch! (¡más no!) y no mehr Licht (¡más luz!), lo que, con el tiempo y a la larga, acabó por atacar los nervios de tal modo a todas las personas que tenían relación con él, que se pusieron de acuerdo para conseguir el internamiento en el manicomio de aquel augsburgués obsesionado de forma tan desgraciada por su tesis. Seis médicos se negaron a ingresar en el manicomio al desgraciado, pero el séptimo dispuso su ingreso inmediatamente. Este médico, como he sabido por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, ha sido galardonado por ello con la medalla de Goethe de la ciudad de Fráncfort” (Ediciones Alfaguara, traducción de Miguel Sánez, 1984)
Personalmente recomiendo la lectura de El Malogrado (Ed. Círculo de lectores ahora en Alfaguara) Por allí desfilan, los "grandes del espíritu" que él respetaba y citaba: Nietzsche, Pascal, Voltaire, Montaigne, Shopenhauer. Este maravilloso librito hay que leerlo despacio y con las Variaciones Goldberg interpretadas por uno de los personajes: Glenn Gould.
Según muchos críticos, Thomas Bernhard es junto con Robert Musil el mejor escritor austríaco de todos los tiempos. El 19 de febrero de 12 de febrero de 1989 falleció en su casa de Gmunden. Está enterrado en el cementerio de Grinzing en una tumba sin nombre por disposición testamentaria del escritor.
A.D.
2 comentarios:
¿Es de Holanda o de Austria, pues?
Nación en esa ciudad de Holanda, aunque el se crió y vivió en Austria.
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