Lord Jim:
¿por qué se suicida Brierly?
Esta cuestión se
planteó el día de la reunión del Club de Lectura. Brierly es uno de los
asesores de los magistrados que juzgan a Jim. El narrador no puede ocultar el
desprecio que le produce este personaje, aunque lo hace de forma sutil e
irónica:
El otro era Brierly, ¿sabe usted?, el enorme
Brierly, el capitán del barco modelo de la Blue Star…Ese mismo.
Parecía aburrido y molesto a más no poder
por el honor que le habían dispensado al nombrarle. Ni una sola vez se había
equivocado en la vida; nunca le había ocurrido una sola desgracia; jamás tuvo
un contratiempo, ni tropezó con nada que le parara un poco los pies en su
rápida carrera. En fin, era uno de esos seres afortunados para los que la
indecisión no existe, y mucho menos la desconfianza de sí mismo. A los treinta
y dos años tenía lo que es uno de los mayores empleasen el comercio de
Oriente…, y es más: estaba satisfechísimo de poseerlo.
Este dechado de
virtudes es un producto de la buena suerte, ya que todo le ha salido bien en la
vida y nunca ha tenido que enfrentarse al fracaso. Parece ser la antítesis del
desgraciado Jim, y sin embargo le compadece y le ofrece dinero para que huya.
El rechazo de Jim en su infinita pureza
es algo que Brierly no puede soportar ¿por qué? Quizá por ver en Jim lo que él
en el fondo era o podría haber sido, es decir, la aparente perfección de su
vida es una máscara, una mentira. Así lo sabrá más adelante el lector cuando
dos años después, Jones, el servidor de Brierly y heredero de su perro y de sus gemelos, le
cuente a Marlow el planificado suicidio de su amo. Describirá Jones cómo era el
verdadero Brierly, cruel y despótico en su intransigente fanatismo, cómo era su
cara oculta.
Brierly aparece como el alter ego de Jim. Mientras éste muestra su deshonor con sincera
y digna angustia, aquél disfraza su
verdadero carácter. En el fondo, Brierly admira el valor de Jim para
enfrentarse a la ignominia de su cobardía, y como dice el narrador, “aquella creencia suya en el propio
esplendor, que había privado a su propia vida de todos los terrores legítimos que los demás
sienten”, le hace sentirse cerca “del
pobre muchacho”. Y resulta
paradójico que la excelencia de la vida
de Brierly esté inspirada en un espíritu práctico muy alejado del ideal de
comportamiento que muestra, mientras que Jim es puro ideal sin sentido
utilitario alguno.
La muerte de
Brierly es, pues, una cuestión de coherencia, pues el sacrificio de Jim, su
negativa a ocultarse, desaparecer y huir, le resulta tan incomprensible e
insoportable que le hace ver su vacía y falsa existencia. Además, la ignominia
de Jim es también la de toda una clase social y profesional a la que Brierly
pertenece. Su desesperación se evidencia en las palabras de Marlow sobre las
actitudes de Brierly y Jim el último día del juicio:
El talante de este último sugería
inmediatamente la idea de cierto sombrío descaro, y el del primero, de
desdeñoso fastidio; y, sin embargo, bien podía ser que fuesen falsas ambas
actitudes, y, por lo menos, de una me constaba que lo era. Brierly no estaba
allí aburrido sino desesperado. GB
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