Dos es igual a uno. La gemelidad y el doble
Antonio Rey
Nada existe sin su contrario
Yin - Yang
“Nada más intenso que el terror
de perder la identidad”
Alejandra Pizarnik
En la trilogía de Agota Kristof, Claus y Lucas, recién analizada en nuestro club de lectura los protagonistas de la historia son dos pequeños hermanos gemelos que ascienden una infancia sombría a una adolescencia infernal, en medio de una guerra no nombrada pero sobreentendida. Son dejados por su madre en casa de una abuela analfabeta, cruel y despiadada, y allí, para adaptarse a ese medio tan adverso, van apelando al ingenio para inventar estrategias de resistencia que les permiten sobrevivir. Los niños absorben con rapidez la atroz crueldad que lo impregna todo y la interiorizan al saber que sin ella no pueden seguir subsistiendo. Y todo lo escriben en un gran cuaderno.
En la segunda parte, La prueba, los gemelos se separan y toda la historia anterior parece derrumbarse. Uno de ellos cruza la frontera y el otro se queda en un país ya alejado de la guerra, pero dominado por un régimen autoritario. Sólo y privado de una parte de si mismo, Lucas, el que permanece, quiere consagrarse a hacer el bien. Cuando Claus vuelve junto a su hermano descubre que cualquier acto de generosidad ha sido condicionado por la maldad. Y en La tercera mentira, pasados los horrores de la guerra y los años negros del régimen de plomo, la autora construye una historia que nos enfrenta a la imposibilidad de alcanzar una verdad duradera.
Es dificil no preguntarse si Agota Kristof necesitaba contar esta historia y engañarse a sí misma haciéndose creer que las cosas habían pasado de otra manera, o bien si utilizó la literatura como terapia personal para intentar expulsar de su cabeza los horrores de la guerra que ella misma había vivido. La posible respuesta a estos interrogantes nos la puede dar un dialogo que aparece en la p. 333 de la tercera parte:
“Lo que quisiera saber es si escribe cosas que han ocurrido de verdad o cosas inventadas. Le contesto que trato de escribir cosas que han ocurrido de verdad pero que, en un momento dado, la historia se hace insoportable por su misma verdad y entonces me veo obligado a modificarla. Le digo que intento contar mi historia pero no puedo, no tengo valor, me hace mucho daño. Entonces lo embellezco todo y describo las cosas no como sucedieron sino como yo querría que hubieran sucedido.”
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A lo largo de la historia de la humanidad los hermanos gemelos siempre han sido objeto de admiración o de rechazo e igualmente de curiosidad. En la mitología y en la literatura siempre han estado presentes desde Zeus y Hera, Artemisa y Apolo, Cástor y Pólux, o Rómulo y Remo, hijos de Marte y fundadores de Roma, por mencionar solo unos pocos. En el antiguo testamento, en el libro del Génesis, se mencionan, fruto de la tardía unión de Isaac y Rebeca, el nacimiento de dos gemelos, Esaú y Jacob, rivales y enemigos desde el vientre materno.
Mucho se ha hablado del vínculo tan especial y particular que tienen entre si los hermanos gemelos. Y se ha sugerido que es la relación más estrecha posible entre dos personas. Son más apegados uno al otro que los hermanos nacidos en tiempos diferentes ya que, al fin y al cabo, nacieron y se criaron juntos y por lo tanto sus vínculos tienen que ser excepcionales. Respecto a sus personalidades, aunque están en función del tipo de crianza suelen ser complementarias o inclusive dependientes. Lo que parece estar claro es que generan una relación especial que es bastante diferente de la relación de hermanos únicos, así como en diferentes tipos de pares de gemelos. Del mismo modo, está comprobado que crecer junto al co-gemelo que está constantemente presente puede ser beneficioso, pero también puede crear situaciones difíciles.
En relación con nuestra novela y según la teoría psicoanalítica, el niño se identifica con su cuidador primario y se vuelve consciente de su separación. Si bien los gemelos logran la separación de los padres, emocionalmente pueden seguir fuertemente conectados entre sí. El impulso hacia la separación puede verse opuesto por la satisfacción de la dependencia y la elevada empatía que los gemelos experimentan entre sí. Los problemas pueden producirse si el proceso de separación-individuación no es exitoso y uno o ambos gemelos siguen identificándose con el gemelar.
En algunas ocasiones la unión es tan intensa y dependiente que llega a crearse entre ellos un lenguaje particular y privado, en algunos casos es muy elemental, pero en otros bastante complejo; en psicopatología a este fenómeno se le llama criptofasia, término empleado para describir un lenguaje secreto desarrollado por dos o más personas, pero en número reducido, en general por hermanos gemelos y, a veces, por parejas especiales. Este concepto fue estudiado por René Zazzo, psicólogo y pedagogo francés, en 1960. Se cita por paradigmático el caso de las hermanas Gibbons, gemelas idénticas que nacieron y se criaron en Gales; se les conoció como "Las gemelas silenciosas" ya que solo se comunicaban entre ellas. Estas dos hermanas se pasaron la vida hablando solo entre ellas, en una jerga ininteligible para el resto de los mortales. Pero escribieron un diario y varias novelas. A los 14 años, las hermanas fueron separadas en distintas escuelas para fomentar su socialización, pero el remedio resultó peor que la enfermedad: en cuanto no estaban juntas, entraban en estado catatónico. Por esto y otra serie de circunstancias adversas fueron ingresadas en el Asilo de Broadmoor, hospital psiquiátrico de alta seguridad en Crowthorne (Berkshire), donde estuvieron recluidas durante once años. Una de ellas se suicidó (Jennifer) ya que ambas habían decidido que una de ellas debía sacrificarse para que la otra pudiera tener una vida normal (June).
Asociado a la figura de los gemelos aparece de manera temprana en la historia el fenómeno de el doble tratado con amplitud en la literatura por parte de numerosos autores. Se conoce con el nombre de Doppelganger a un personaje que es el doble o el gemelo de otro personaje, representa su alter-ego, u oculta una identidad secreta. Pero también puede estar detrás de la tremenda evidencia de que hay facetas de nosotros mismos que nos son del todo desconocidas. La identidad es lo que permite que alguien se reconozca a sí mismo; es todo aquello que nos define como individuos. Que el yo puede ser dividido es un hecho comprobado por la psicopatología; una prueba más de que no sabemos en realidad quienes somos; el terror, en fin, a asumir que ese conjunto de rasgos y características que llamamos identidad es algo frágil y escurridizo.
La figura del doble es, por lo menos, tan antigua como la civilización occidental. Uno de los primeros textos donde aparece el doble es en la epopeya de Gilgamesh, poema asirio-babilónico. Los dioses creen que el gran rey es demasiado orgulloso y arrogante, por lo que deciden darle una lección enviando a Enkidu, un doble en arcilla que debía acompañarlo a todas partes para contrarrestar sus males acciones. De manera similar en el Ramayana, epopeya de la india, uno de los hijos del demonio Ravana asume la imagen de Sita, esposa de Rama, para confundirlo y derrotarlo. En la leyenda de Narciso aparece nítidamente una referencia al doble en el reflejo de su imagen en la fuente. Hay una curiosa variante que apunta Ovidio en su Metamorfosis: según la leyenda, Narciso habría tenido una hermana que amó profundamente, y es a la búsqueda de la imagen de ésta que se inclina sobre el agua. A propósito, anotemos que ya en la leyenda de Narciso aparece el espejo como elemento disociador. De la misma manera en una comedia (Anfitrión) del autor latino Plauto se cuenta que el dios Júpiter, enamorado de Alcmena y aprovechando la ausencia de su marido Anfitrión, que está en la guerra, toma el aspecto físico de éste para engañar a su esposa, con la que disfruta de una larga noche de amor. Le acompaña, bajo la apariencia de Sosia, esclavo de Anfitrión, el dios Mercurio.
Y así podríamos continuar con los relatos con doble en Eurípides, en la Leyenda del rey Arturo, en Shakespeare (La comedia de las equivocaciones) y en otros autores más. Pero es sobre todo el romanticismo, especialmente el alemán y su preocupación por la identidad, el que se interesa por el fenómeno del doble como materialización del lado oscuro y misterioso del ser humano e inventa en 1796 el termino Doppelgänger. Es lo que Freud llamó “Lo siniestro” y Jung “La sombra”.
El ejemplo mas obvio de este fenómeno en la literatura a partir del romanticismo es el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde en la novela de Stevenson. Otro ejemplo del doppelganger se puede encontrar en William Wilson de Edgar Allan Poe. En ambas historias se destacan casos del alter-ego, o sea de los dobles psicológicos que existen en la mente de todas las personas. Una variante se encuentra en La historia de dos ciudades de Charles Dickens, donde los sujetos son físicamente similares, pero psicológicamente diferentes. Otro ejemplo de este tipo de doble se encuentra en La letra escarlata Nathaniel Hawthorne.
Así podríamos continuar por la historia de la literatura mencionando El hombre de arena de E.T.A. Hoffman, El doble de Dostoievski, La nariz de Gogol o El caballero doble de Gautier, así como El horlá o El de Maupassant o El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Mas cercano en el tiempo se puede mencionar El otro de Unamuno o el famoso relato de Italo Calvino, El vizconde demediado. Y ya en la actualidad no pueden dejar de citarse los ejemplos de dobles en la obra de García Márquez, Cortázar, Borges, Benedetti o Nabokov.
Y volviendo a Agota Kristof y al tema de los gemelos y el doble, en la segunda novela la autora pone el foco en Claus y, alternando los tiempos del relato, nos enteramos de que este pudo no haber existido nunca, o ser un invento de Lucas para paliar su soledad; en definitiva, todo pudo ser un juego de espejos en su confusa memoria. Pero para rizar el rizo de nuevo, la escritora nos dice que Claus pudo ser una invención de un tal Klaus T (con K.) prestigioso poeta, que es el que retoma la narración en primera persona, que escribe con seudónimo y cuyo nombre literario era Klaus Lucas.
Algún autor (Alonso González, M. (2020). El exilio como desdoblamiento. Tropelías, 34, 313-327) ha relacionado este juego de la gemelidad y el doble con la experiencia desdobladora de la propia autora provocada por su dramática experiencia del exilio.
Y para finalizar me quedo con la reflexión de nuestro compañero J.L. Vicent que en su comentario a la trilogía se pregunta que para que quiere saber cual es la autentica verdad si en todas ellas le satisface la lección de literatura que nos ofrece la autora; y termina diciendo: “¿para que quiero saber la verdad si todas las mentiras me satisfacen?”
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1 comentario:
La verdad es que el tema de los dobles es realmente cautivador y su estudio debe ser un reto muy atractivo debido a las diferentes casuísticas. En esta trilogía se muestra una, pero en todos los libros que has nombrado (y los que deben quedar) seguro que son diferentes como bien dices.
Ah!, agradezco que te quedes con mi reflexión, pero me dice mi doble que si tú te quedas con ella, que no sea tonto y me quede con tu artículo.
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