(A
propósito de Foe de J. M. Coetzee)
Antonio
Rey González. Godella (Valencia)
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Algunos estudios psicológicos han confirmado que una de las fantasías más frecuentes, especialmente entre los hombres occidentales, es imaginarse arrojado en una isla desierta con la mujer de sus sueños. La figura del náufrago siempre ha tenido múltiples resonancias simbólicas en nuestra cultura: se trata, a fin de cuentas, de un viajero infortunado que no puede llegar a su destino y debe hacer escala -él espera que provisional- en un territorio extraño e inhóspito, donde los recursos para la supervivencia son muy escasos y donde se encuentra expuesto a pruebas cruciales para la estricta supervivencia. En el imaginario colectivo la isla desierta representa el paraíso perdido, como ocurre en el mundo rural de la Arcadia o en la Edad de Oro, y refiere el anhelo de un futuro mejor como simboliza todo testimonio utópico; el ideal de un mundo mejor, un mundo donde el hombre podría vivir en perfecta armonía con el espacio natural y que le proporcionaría todo lo que necesitara para su felicidad. Un mundo que representan las sociedades ideales, como La ciudad del Sol (1602) de Campanella, la Nueva Atlántida (1627) de Francis Bacon, Cristianápolis (1619) de Johann Valentín Andreä o la Océana (1656) de James Harrington, y otras que se han ido ideando a lo largo de la historia.
A principios del siglo XVIII,
dos libros publicados en Gran Bretaña habrían de ejercer un influencia
importante y duradera sobre este pensamiento y literatura utópicos: la famosa
novela de naufragio Robinson Crusoe
(1719), de Daniel Defoe y Los viajes de
Gulliver (1726), de Jonathan Swift. Ambas obras serían muy imitadas y
darían origen a dos nuevos subgéneros literarios: la robinsonada y la
gulliverada. De ambas, Robinson Crusoe,
admirado igualmente por niños y adultos, sigue siendo, sin duda alguna, la obra
fantástica más popular de todos los tiempos.
El antes
La narración, según sabemos, se
inspiró -al menos en parte- en un relato auténtico, el de un marinero escocés,
Alexander Selkirk, que tras naufragar residió en una de las islas de Juan
Fernández –hoy rebautizada como isla de Robinson Crusoe- frente a las costas de
Chile, de 1704 a
1709. Fue desembarcado a la fuerza por un altercado con el capitán, y así
consta en los relatos del científico y aventurero William Dampier, que en su Nuevo viaje alrededor del mundo, editado
en 1679, cuenta la expedición en la que participó Selkirt. Posteriormente fue
rescatado por el capital de navío Woodes Rogers, que con el tiempo se convertiría
en el primer gobernador de las Bahamas.
Casi un siglo antes de todo
esto, el inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador peruano de
ascendencia hispana, escribió su obra cumbre los Comentarios Reales de los Incas cuya primera parte apareció en
1609. Escrito a partir de sus recuerdos personales de infancia y juventud,
escuchado directamente a sus parientes y a personajes destacados, constituye
uno de los intentos mas conseguidos de salvaguardar la memoria de la
civilización andina. En esta obra se intercala la historia de Pedro Serrano, un
náufrago español capitán de la embarcación, que sobrevive siete años en una
isla desierta e inhóspita, un banco de arena con apenas vegetación y sin agua,
donde había llegado como único superviviente de un naufragio entre La Habana y
Cartagena de Indias. Vivió tres años en solitario y cuatro mas en compañía de
otro naufrago en situación mas precaria que Robinson. El relato constituye toda
una joya literaria y que es un claro antecedente del libro de Defoe.
Y no podemos dejar de mencionar a Baltasar Gracián (1601-1658), nuestro gran escritor español del Siglo de Oro,
que cultivó la prosa didáctica y filosófica. Entre sus obras destaca El Criticón (1651-53), una
alegoría de la vida humana y que constituye una de las obras más
importantes de la literatura española, según algunos comparable por su calidad
al Quijote o La Celestina. En ella y en uno de sus párrafos se cuenta como “un náufrago,
Critilo, hombre experimentado, es arrojado a las costas de la isla de Santa
Helena, donde conoce a Andrenio, el hombre natural, criado por un animal al
margen de toda civilización, y a quien Critilo enseña a hablar. Andrenio le
cuenta cómo nació en una cueva cerrada y tras un terremoto, vio la luz y la
hermosa Naturaleza, comprendiendo que solo podía ser obra del Supremo Artífice.
Son rescatados por una flota española y juntos comienzan una larga
peregrinación alegórica en diversas etapas en la Corte de España, Aragón, Francia
y Roma en busca de Felisinda (la felicidad), esposa deseada por Critilo y madre
de Andrenio, para al final de su vida alcanzar la Isla de la Inmortalidad.” El
ilustre psicoanalista francés Jacques Lacan, buen conocedor de la obra de
Gracián, hizo sobre este tema algunos comentarios interesantes en relación con
la obra de Defoe, y sobre todo, como la lengua –en este caso la inglesa- fue el
elemento esencial para la supervivencia de Robinson en la isla.
También se suele citar como
antecedente al alemán Grimemlhausen, que en su novela El aventurero Simplicissimus, hizo pasar a su personaje Simplicius
por la prueba del naufragio con posterior llegada a una isla cercana a
Madagascar. Y por no dejar de citar precedentes, también es posible que Defoe deba
algo a una narración holandesa, El
poderoso reino de Krinky Kesmes (1708), de Hendrik Smeeks, memorias de
bucanero entre los filibusteros franceses de la isla Tortuga, frente a Santo
Domingo.
A pesar de todo esto el
Robinson de Defoe, cuyo título original completo era: “La vida y las extrañas,
sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe de York, marinero, que vivió
veintiocho años completamente solo en una isla desierta en las costas de
América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco, arrojado a la orilla
en un naufragio en el que todos perecieron salvo él, con una relación de la
forma en que fue al fin liberado de un modo igualmente extraño por los piratas;
escrito por él mismo”, fue una obra de gran novedad para la época por la forma
de su construcción, con el narrador en primera persona; no figuraba el nombre
del autor porque había que tomarlo por un verdadero libro de memorias, como si
fueran recuerdos del propio naufrago. Defoe fue un escritor inquieto e
interesado de todo lo que ocurría a su alrededor, lo cual muestra la modernidad
de su obra, aparecida en 1719. Crusoe es un personaje moderno y práctico,
nacido en una época que confía en la voluntad, en el ingenio y en el trabajo
para conseguir la transformación de la naturaleza a favor de los hombres; por
eso será uno de los primeros libros que leerá el Emilio de Rousseau y que siempre ocupará un lugar destacado en su
biblioteca. También, algunos siglos después, Carlos Marx lo citará en El Capital. Para este, el hombre produce
todos sus medios de subsistencia en sociedad; Marx parte de esta base, negando
el individualismo al que llama despectivamente con el término
"robinsonada", ya que incluso cuando un hombre subsiste solo en una
isla tras un naufragio, ya tiene dentro suyo las formas de producción.
Para muchos intérpretes, el
personaje representa los valores del colonialismo europeo mientras que, para
otros, el personaje recrea la situación de Adán, en el paraíso, antes de la
irrupción de Eva
Y el después
El éxito de la obra fue considerable y en poco tiempo se vendieron 80.000 (sic) ejemplares, y además,
no solo en Inglaterra, porque en otros países, comenzaron a aparecer versiones
acomodadas a la época y a los gustos locales, y esta es una corriente que aún
no ha terminado. En vista del éxito, Defoe escribió unos meses después, una
segunda parte, The Farther (Further)
Adventures of Robinson Crusoe [Mas aventuras de Robinson Crusoe](1719), en
la que Robinson y Viernes regresan a la isla de su encuentro.
Estas versiones fueron especialmente numerosas en Alemania, donde entre 1722 y 1769 aparecieron unas
cuarenta robinsonadas, la más interesante de las cuales es Die Insel Felsenburg [La isla de Felsenburg], de Johann
Goottfried Schnabel (bajo el seudónimo
de Gisander) y que para muchos críticos será la mejor robinsonada alemana; fue
publicada en cuatro partes entre los años 1731 y 1743. En los próximos años
siguen apareciendo gran cantidad de novelas que adoptan a Robinson como
protagonista. Así el Peter Wilkirs de
Robert Paltock editado en 1751 que es un personaje que podríamos decir, híbrido,
por cuanto es producto de una interrelación literaria entre Robinson y Gulliver
y que produjo un atractivo interés al relacionar dos obras exitosas de la
época. Años más tarde, apareció otra titulada Robinson der Jüngere [Robinson el joven] (1780), de la pluma de
Joachim Heinrich Campe, escritor, lingüista, educador y publicista, y que había
sido preceptor de los famosos hermanos Humboldt, grandes viajeros y narradores
de viajes. En 1810 se edita también El
pequeño Robinson, y en 1813 aparece en Suiza una obra que alcanzó gran
repercusión en toda Europa; se trata de El
Robinson suizo del pastor Johann Rudolf Wyss, autor también del himno nacional
de su país; en este caso no se trata de un
héroe solitario, sino de toda una familia que debe vivir a la manera del
herore de Defoe. En 1824 se publica en París, El Robinson de 12 años, de Malles de Beaulieu. Y este mismo año en Ámsterdam,
Vevenet escribe El Robinson holandés.
Durante los primeros años del
siglo XIX, se sucederían títulos como El
Robinson holandés (1824), El Robinson
de los hielos (1835), Emma, el
Robinson femenino (1837) y en los años siguientes, El Robinson austriaco, Robinson en el Océano Pacífico, Iván el Robinson
del norte, El Robinson húngaro, El
Robinson americano, hasta llegar a Los
Robinsones Vascos, de Francis Jammes, en 1949. Y ya casi a finales del
siglo, en 1885, de la pluma del prolífico Julio Verne, surge una versión muy novedosa,
aunque basada en la suiza, y donde la originalidad será la existencia de una
naufraga, una auténtica “robinsona” que tras dos años en la soledad de una isla
regresa a su patria helvética. Otro Robinson notable -aunque obra menor- fue el
Godfrey de la Escuela de Robinsones, también
de Julio Verne. En 1921 sorprendió la aparición de otra náufraga, creada por el
escritor y diplomático francés Jean Giradoux en su novela, Susana y el Pacífico. En esta reescritura del mito, Jean Giraudoux sustituye al náufrago
inglés con una protagonista femenina, quien sabe establecer un vínculo armonioso con la naturaleza de la
isla.
Y ya en años avanzados del siglo XX, dos obras vienen a contemplar otra vez la isla desierta, pero no ya
como el paraíso que imaginó Defoe, sino con un purgatorio e incluso como un infierno.
La primera de ellas es Viernes o los
limbos del Pacífico (1967), de Michel Tournier, novela por la que el autor,
alumno de Gaston Bachelard y con gran influencia de Jean Paul Sartre, recibió
el Grand Prix du Roman de la Academia Francesa y gran éxito por parte del
público. El autor recogió el mito de Robinson y lo reconstruyó de una manera
muy original; el personaje es muy similar al de Defoe pero es marcada su
angustia existencial y el autor se vale de él para reflexionar sobre el sentido
de la condición humana y de la civilización.
Se muestra además un Robinson que tiene pulsiones sexuales y asigna a la isla
una identidad femenina, desmarcándose del náufrago asexuado de Defoe. La
segunda obra -el infierno en una isla- es El
señor de las moscas (1954), del autor británico William Golding considerada
un clásico de la literatura inglesa de postguerra. En ella se trata de
representar la maldad general del ser humano, personificada por Belcebú,
conocido por el sobrenombre de señor de las moscas. Una treintena de niños son
los únicos supervivientes de un naufragio aéreo por culpa de una tormenta;
deben sobrevivir en tales condiciones y no tardan en crearse dos grupos con sus
líderes. El autor reflexiona, entre otros temas, sobre la contraposición entre
barbarie y civilización o la validez y la necesidad de la disciplina.
En vertiente humorística
citaremos la obra Los cuatro Robinsones (1917),
de Pedro Muñoz Seca, una de sus astracanadas escrita en colaboración de Enrique
García Álvarez y más tarde llevada al cine.
Para finalizar no podemos dejar de citar a Foe, novela de 1986
escrita por el sudafricano John Maxwell Coetzee, Premio Nobel de Literatura en
2003, aunque el hecho de su origen no ha de engañarnos sobre su identificación
con el mundo poscolonial. En esta obra, el naufragio de la mujer protagonista
es el pretexto para dedicar amplio espacio a un personaje femenino y elegirlo
como narrador, en homenaje confesado del autor a todas las escritoras
marginadas de la historia. Pero en este caso la isla no estará desierta sino
que tendrá dos habitantes, Robinson y un Viernes mudo aunque de presencia
insistente y a quien ella no abandonará, empeñada en conocer su historia e
intentar establecer una comunicación con él, además de plantear una complicada
relación con el propio Defoe.
La brevedad de esta síntesis, nos obliga a descartar libros mas que interesantes y muy sugestivos, aunque no puedo dejar de mencionar los siguientes: La isla de la pasión (1989) de Laura Restrepo, La isla de Robinson (1981), de Arturo Uslar Pietri, El laberinto oscuro (Cefalú) (1958), de Lawrence Durrell, Los premios (1960) y Adiós Robinson (1977) de Julio Cortázar, y En la isla de Pascua. Historia de un Robinson español (1985), de Concha Zardoya.
La brevedad de esta síntesis, nos obliga a descartar libros mas que interesantes y muy sugestivos, aunque no puedo dejar de mencionar los siguientes: La isla de la pasión (1989) de Laura Restrepo, La isla de Robinson (1981), de Arturo Uslar Pietri, El laberinto oscuro (Cefalú) (1958), de Lawrence Durrell, Los premios (1960) y Adiós Robinson (1977) de Julio Cortázar, y En la isla de Pascua. Historia de un Robinson español (1985), de Concha Zardoya.
La vigencia del mito
Lost (conocido en México, Venezuela y
algunos otros países de Hispanoamérica como Desaparecidos y en
España como Perdidos) es una serie de televisión estadounidense
que fue emitida originalmente por la cadena ABC entre 2004 y 2010, hasta
completar un total de seis temporadas. La serie narra las vivencias de un grupo
de personas en una isla tras sobrevivir a un accidente aéreo. Fue un éxito generalizado
en los países en los que se emitió, llegando a tener en su primera temporada
una media de 16,1 millones de telespectadores en Estados Unidos, y entró a
formar parte con rapidez de la cultura popular estadounidense (ha sido referenciada
en multitud de programas de televisión, cómics, canciones, etc.). También ganó
numerosos premios, entre los que se cuentan un Globo de Oro y seis Premios Emmy
(Fuente: Wikipedia)
Apéndice
12-abril-2014: Google Earth
halla mujer abandonada 7 años en isla desierta.
Se relataba que en el año 2007,
Gemma Sheridan y dos de sus amigos decidieron emprender una aventura, navegando
de Liverpool, su ciudad natal, hacia el Canal de Panamá y luego a Hawái. Al
principio el viaje se llevó a cabo sin contratiempos, pero luego de cruzar el
Canal de Panamá una tormenta atrapó la embarcación en que los tres amigos
viajaban, dos de ellos cayeron por la borda y murieron. Pero, Gemma sobrevivió:
durante 17 días, estuvo a la deriva hasta que fue alcanzada por otra tormenta
en medio del Océano Pacífico. La fuerza del fenómeno natural la dejó
inconsciente y finalmente despertó en una inhóspita playa, rodeada por los
escombros de su barco. Se trataba de una isla desierta. En
esta isla, Gemma estuvo más de 7 años, al principio solo podía tomar agua de
una piedra que sacaba una gota cada 50 segundos y de los cocos, pero más
adelante llovió y pudo almacenar agua. Los años pasaron y Gemma se trataba de
mantener con vida, pues psicológicamente no era fácil estar completamente sola,
al grado que empezaba a hablar con ella misma y tener pensamientos suicidas. Durante
este largo tiempo, Gemma dibujo una señal de S.O.S bastante grande en la playa,
esperando que un avión que pasase la viera, pero esto nunca sucedió. El milagro
llegó cuando un internauta estaba utilizando Google Earth y vio la señal, con
esto alertó a las autoridades y una avioneta fue a buscarla. Ella asegura que
no creía lo que veía, pues pensaba que era un sueño.
La realidad es que esta historia era totalmente falsa, nuncaocurrió, pero miles de portales de
noticias la estuvieron publicando como real. La vigencia del mito es indiscutible:
solo una ficción de tal potencia sería capaz de mantener la credibilidad de semejante
noticia.
Sugerencias para una lectura posterior
·
Claeys, Gregory (2011). Utopía. Historia de una idea. Madrid. Ediciones Siruela
·
Pimentel, Juan (2014). Parábolas y naufragios de Robinson Crusoe.
Madrid. La línea del horizonte
1 comentario:
Excelente y completo artículo.
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